Estudio 5: Paciencia y Misericordia de Dios

Nuestro texto bíblico para hoy: Lucas 15:11-32 (La parábola del Hijo Pródigo).

Parábola del hijo pródigo
11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.

15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.

16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;

24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;

26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.

28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.

30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.

31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

Cuestionario

1.- ¿Por qué razón el hijo menor pidió a su padre su parte de la herencia cuando éste aún vivía? ¿Para qué quería la herencia? Vers. 12 y 13.

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2.- ¿En qué vino a terminar cuando se le acabó el dinero? Vers. 14 al 16.

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3.- ¿Qué pensó cuando se vio perdido? Vers. 17.

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4.- ¿Qué resolvió hacer como vía de escape? Vers. 18, 19.

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5.- ¿Qué hizo el padre al verlo llegar? Vers. 20 al 24.

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6.- ¿Qué fue lo que movió al padre a hacer fiesta? Vers. 32.

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Los versículos 25 al 31 se refieren al descontento del hijo mayor por el regreso de su hermano, el cual contrasta fuertemente con el gozo del padre. Estudiaremos esta parte de la parábola más adelante.

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Lectura adicional:

La ingratitud del hijo menor.

“Se me llamó la atención a la parábola del hijo pródigo. Pidió a su padre que le diera su porción de la herencia. Deseaba separar sus intereses de los de su padre y manejar su parte según su propia inclinación. El padre aceptó esta petición, y el hijo, egoístamente, se apartó de él, a fin de no sentirse molesto con sus consejos y reproches. {1JT 305.1}
Pensaba que sería muy feliz cuando pudiera emplear su parte de la herencia de acuerdo con su propio placer, sin sentirse coartado por las advertencias o las restricciones. No deseaba sentir la molestia de la obligación mutua. Si compartía la propiedad con su padre, éste tenía derecho sobre él como hijo. Pero no sentía obligación alguna hacia su generoso progenitor, y fortaleció su espíritu rebelde y egoísta con la idea de que le pertenecía una parte de la propiedad del autor de sus días. Exigió esa parte cuando en justicia no podía pedir nada ni debiera haber recibido nada. {1JT 305.2}
“Después que el egoísta hubo recibido el tesoro del cual era tan indigno, se alejó como si hasta quisiera olvidarse de que tenía padre. Despreció la restricción y se decidió plenamente a obtener el placer del modo y la manera que mejor le pareciese. Después de haber gastado en sus complacencias pecaminosas todo lo que su padre le diera, se produjo una hambruna en el país, y se sintió atenaceado por la necesidad. Entonces comenzó a lamentarse por su conducta pecaminosa y sus placeres extravagantes, porque se encontraba desprovisto de todo y necesitaba los medios que había dilapidado. Se vió obligado a descender de su vida de satisfacciones pecaminosas al oficio degradante de porquerizo. {1JT 305.3}
“Después de haber caído hasta el fondo, pensó en la amabilidad y bondad paternas. Entonces sintió la necesidad de un padre. Por su propia culpa se encontraba sin amigos y sufriendo privaciones. Su desobediencia y pecado habían dado como consecuencia que se encontrara ahora separado de su progenitor. Pensó en los privilegios y bondades que los jornaleros de éste gozaban libremente, mientras él, que se había alejado de la casa de su padre, perecía de hambre. Humillado por la adversidad, decidió volver a él y confesar humildemente su falta. Era un pordiosero que carecía de ropas confortables o aun decentes. Estaba arruinado por causa de las privaciones y enflaquecido por el hambre. {1JT 306.1}
El amor del padre
“Cuando se encontraba a cierta distancia de su hogar, su padre vió al vagabundo, y lo primero que hizo fué pensar en aquel hijo rebelde que le abandonara años antes para entregarse a una vida de pecado sin restricciones. Sus sentimientos paternos se conmovieron. A pesar de todas las señales de degradación, discernió su propia imagen en el hijo. No esperó a que éste recorriera toda la distancia, sino que se apresuró a ir a su encuentro. No le dirigió reproches, sino que, con la más tierna compasión y piedad por el hecho de que a causa de su propia conducta pecaminosa se había atraído tantos sufrimientos, se apresuró a darle pruebas de su amor y de su perdón. {1JT 306.2}
“A pesar de que su hijo estaba demacrado y su rostro indicaba claramente la vida disoluta que había llevado, a pesar de venir cubierto con los andrajos de un pordiosero y con los pies desnudos sucios por el polvo del camino, el padre sintió la más profunda piedad cuando éste cayó postrado humildemente delante de él. No se contuvo en su dignidad; no fué exigente. No desplegó ante él la conducta errónea y pecaminosa del pasado, para hacerle sentir cuánto había caído. Lo levantó y lo besó. Estrechó a su hijo rebelde contra su corazón y envolvió en su propia rica túnica su cuerpo casi desnudo. Lo abrazó contra su pecho con tanto calor, y manifestó tanta piedad, que si alguna vez el hijo había dudado de la bondad y amor de su padre, no podía seguir haciéndolo. Si era consciente de su pecado cuando decidió regresar a la casa del autor de sus días, tuvo una sensación aun más profunda de su ingrata conducta cuando se le recibió de esta manera. Su corazón, ya vencido, se quebrantó ahora debido a que comprendía que había contristado el amor de ese padre. {1JT 306.3}
“El hijo penitente y tembloroso, que había temido mucho que se lo repudiara, no estaba preparado para tal recibimiento. Sabía que no lo merecía, y de este modo reconoció el pecado que cometiera al abandonar a su padre: “He pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” Lucas 15:21. Sólo pedía que se le aceptara como jornalero. Pero el padre pidió a sus siervos que le dieran señales especiales de respeto y que le vistieran como si siempre hubiese sido su propio hijo obediente. {1JT 307.1}

Este pasaje está tomado del libro “Joyas de los Testimonios, tomo 1” de E. G. White.

Si deseas conocer más de las obras y enseñanzas de Jesús, te recomiendo leer “El Deseado de Todas las Gentes”, de la misma pluma. Puedes hallarlo mediante el siguiente enlace:

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