Nuestro estudio bíblico de hoy está basado en Hebreos 4:14-16.
Introducción:
Dios había prescrito para el antiguo Israel, por mano de Moisés, un sistema de culto que incluía un santuario, un sacerdocio y diversas ceremonias y ritos. Todo este sistema de culto tenía por objetivo representar, mediante símbolos y figuras, la obra del Cristo que había de venir.
El santuario fue construido siguiendo un modelo que Dios había mostrado a Moisés y que era una copia en miniatura del santuario que Dios tiene en el Cielo. La lección de hoy nos muestra a Jesús ministrando en el santuario celestial, al cual ascendió después de haber resucitado.
Jesús el gran sumo sacerdote
14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
1.- ¿Qué función desempeña Cristo en el santuario celestial? Vers. 14.
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Nota: La función del sacerdote era interceder en favor del pueblo ante Dios.
2.- ¿Se compadece Jesús de nuestras debilidades? ¿Por qué? Vers. 15.
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3.- ¿Había Jesús cometido algún pecado? Vers. 15, última parte.
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4.- Ahora que sabemos que tenemos tal incercesor ante Dios, uno que fue tentado en todo pero sin cometer pecado; uno que venció la muerte al resucitar y subir a los cielos ¿Podemos acercarnos a Dios con confianza en busca de perdón y ayuda? Vers. 16.
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Lecturas adicionales
“El que encubre sus transgresiones, no prosperará; mas quien las confiese y las abandone, alcanzará misericordia.” Las condiciones indicadas para obtener la misericordia de Dios son sencillas, justas y razonables. El Señor no nos exige que hagamos alguna cosa penosa para obtener el perdón de nuestros pecados. No necesitamos hacer largas y cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios de los cielos o para expiar nuestras transgresiones, sino que todo aquel que confiese su pecado y se aparte de él alcanzará misericordia. {CC 37.1}
El apóstol dice: “Confesad pues vuestros pecados los unos a los otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados.” Confesad vuestros pecados a Dios, el único que puede perdonarlos, y vuestras faltas unos a otros. Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta, y es su deber perdonarte con buena voluntad. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el hermano a quien ofendiste pertenece a Dios, y al perjudicarle pecaste contra su Creador y Redentor. El caso es presentado al único y verdadero Mediador, nuestro gran Sumo Sacerdote, que “ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado,” quien puede “compadecerse de nuestras flaquezas” y limpiarnos de toda mancha de pecado. {CC 37.2}
Estos párrafos fueron tomados del capítulo 4 “Para Obtener la Paz Interior”, del pequeño libro “El Camino a Cristo” de la pluma de E.G. White.
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