Mi Compañerita

Tengo una compañerita que no me deja ni a sol ni a sombra. Se llama Heidy, es la perrita de mi esposa. En este momento está dormida junto a mi silla. Me sigue por donde voy y de noche duerme a mis pies. Le doy de comer dos veces al día y la saco a caminar tres. Es de raza Shi Tsu mezclada con Lhasa Apso. Muy blanca, con unas manchas de color canela y un hocico cortito.

Me mira con unos ojos tiernos, serenos y profundos, como si quisiera decirme que me quiere mucho. Yo le hablo con dulzura y ella parece entender lo que le digo. Es amigable con las personas. Pero se pone brava con los otros perros. Como si dijera: “No te acerques, éste es mi humano y no lo compartiré contigo, ¡largo de aquí!

Tenemos además dos gatitas en casa. Son de mi hija y de mis nietos. Heidy juega con ellas todo el día y las cuida. Si le parece que entre ellas se pelean les ladra: “¡Basta ya de esos juegos bruscos! Se pueden lastimar!”

Dios nos dio los animales para ayudarnos a entender su amor. En el amor hacia los animales y la respuesta de éstos hay gran riqueza espiritual. Mi esposa ha criado canarios alimentándolos desde que eran apenas nacidos y éstos resultaban luego tan mansos que podían dejarse sueltos en la casa. Solían venir a la mesa cuando comíamos para comer de las migajas. Se posaban sobre nuestros hombros y comían de nuestra mano.
El que maltrata a un animal no sabe lo que hace. Es bruto además de ignorante. ¿Por qué atormentar a un toro y luego matarlo de la manera más cruel en una corrida? ¿Por qué poner dos perros o dos gallos a pelear hasta hacerse pedazos y matarse? ¿No es esa una práctica diabólica? ¿Por qué explotar a una bestia de carga haciéndola trabajar bajo el látigo y sin descanso?¿Has mirado alguna vez los ojos de un caballo? ¿Has percibido su anhelo de cariño cuando se acerca lentamente a ti para acariciarte con su cabeza? Aun los toros bravos se arriman a la cerca cuando te ven para que les rasques la testuz. ¿Por qué maltratarlos?Los animales son criaturas de Dios hechas para que sean nuestros compañeros y nuestra ayuda, no nuestros esclavos incondicionales. Fueron puestos allí por la mano divina para que los admiremos y los amemos. Es verdad que por causa del pecado muchos de ellos se volvieron peligrosos para los seres humanos. Pero eso no nos impide contemplarlos desde una distancia prudente y cuidar de ellos.

Dios los creó al crear la tierra, y el que maltrata o destruye el animal está destruyendo la creación de Dios.

Apocalipsis 11:18
“Las naciones se airaron y tu ira ha venido: el tiempo de juzgar a los muertos, de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

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