Estudio 19. La Obra del Espíritu Santo.

Nuestro estudio de hoy se basa en Juan 16:5-15.

La obra del Espíritu Santo
Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.

5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?

6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.

7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

9 De pecado, por cuanto no creen en mí;

10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;

11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Cuestionario

1.- ¿Qué prometió Jesús a sus discípulos que les enviaría? Vers. 5-7.

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2.- ¿De qué tres cosas el Espíritu Santo convencería al mundo? Vers. 8-11.

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Pecado: El hombre no se pierde por hacer algo malo, sino por no creer en Cristo. La presencia de Cristo en nuestra alma no hace ver con claridad nuestro pecado.

Justicia: Jesús, el modelo perfecto de justicia ya no estaría físicamente con ellos, pero estaría presente en sus corazones por la obra del Espíritu Santo. Por la obra del Espíritu Santo y la Palabra escrita la presencia de Jesús en nosotros es tan real como lo fue para los doce discípulos.

Juicio: La obra de Jesús en esta tierra pone fin al pecado. El pecado y los pecadores serán destruidos en el día del juicio. El “Príncipe de este mundo”, es decir, Satanás, es ya un enemigo vencido.

3.- ¿Qué obra grandiosa haría el Espíritu Santo en el corazón de sus discípulos y en el nuestro? Vers. 13.

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Lecturas adicionales

Hechos 1: 1-11

Hechos 2: 1-42

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Cuando Cristo dió a sus discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acercando al fin de su ministerio terrenal. Estaba a la sombra de la cruz, con una comprensión plena de la carga de culpa que estaba por descansar sobre él como portador del pecado. Antes de ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instruyó a sus discípulos en cuanto a la dádiva más esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores: el don que iba a poner al alcance de ellos los recursos inagotables de su gracia. “Y yo rogaré al Padre—dijo él,—y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.” Juan 14:16, 17. El Salvador estaba señalando adelante al tiempo cuando el Espíritu Santo vendría para realizar una obra poderosa como su representante. El mal que se había estado acumulando durante siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo. {HAp 39.1}
¿Cuál fué el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? Las alegres nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas a las más alejadas partes del mundo habitado. Mientras los discípulos proclamaban el mensaje de la gracia redentora, los corazones se entregaban al poder de su mensaje. La iglesia veía afluir a ella conversos de todas direcciones. Los apóstatas se reconvertían. Los pecadores se unían con los creyentes en busca de la perla de gran precio. Algunos de los que habían sido los más enconados oponentes del Evangelio, llegaron a ser sus campeones. Se cumplió la profecía: “El que entre ellos fuere flaco,… será como David: y la casa de David … como el ángel de Jehová.” Zacarías 12:8. Cada cristiano veía en su hermano una revelación del amor y la benevolencia divinos. Un solo interés prevalecía, un solo objeto de emulación hacía olvidar todos los demás. La ambición de los creyentes era revelar la semejanza del carácter de Cristo, y trabajar para el engrandecimiento de su reino. {HAp 39.2}
“Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo; y gran gracia era en todos ellos.” Hechos 4:33. Gracias a estas labores fueron añadidos a la iglesia hombres escogidos que, al recibir la palabra de verdad, consagraron sus vidas al trabajo de dar a otros la esperanza que llenaba sus corazones de paz y gozo. No podían ser refrenados ni intimidados por amenazas. El Señor hablaba por su medio, y mientras iban de un lugar a otro, predicaban el Evangelio a los pobres, y se efectuaban milagros de la gracia divina. {HAp 40.1}

Estos párrafos fueron seleccionados del capítulo 5—”El don del Espíritu”, del libro “Hechos de los Apóstoles” de E.G. White.

Puedes leer el capítulo completo siguiendo este enlace:

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