Inconsciencia Santa

Joel Barrios
No es la habilidad, ni el talento, ni la astucia, ni la cintura política, lo que hace de una persona un reformador. Es el deseo de cumplir el mandato del Señor de ser fiel y leal a él cueste lo que cueste. Sin embargo, el hecho de ser fiel y leal pondrá al reformador a disposición del Espíritu y no a la inversa. Humanamente, puede ser muy arriesgado. A veces el Espíritu te pedirá ir donde nadie va, quedarte donde nadie se queda, acercarte al que nadie se acerca, y alejarte de aquellos a los que todos aplauden. Unas veces el Espíritu te pedirá callar cuando todos hablan, y otras veces te impelerá a hablar cuando todos callan. Te volverás una persona incómoda para la mayoría y no solo para la mayoría sino hasta para ti mismo. Tendrás que renunciar a lo que todos anhelan y se te pedirá que hagas aquello que todos rechazan.

Para ser un reformador se necesita cierto grado de inconsciencia debido a que todos naturalmente en el fondo somos cobardes.

Mira esta cita: “En aquel tiempo de persecución la fe de los siervos de Dios será probada duramente. Proclamaron fielmente la amonestación mirando tan solo a Dios y a su Palabra. El Espíritu de Dios, que obraba en sus corazones, les constriñó a hablar. Estimulados por santo celo e impulso divino, cumplieron su deber y declararon al pueblo las palabras que de Dios recibieran sin detenerse a calcular las consecuencias…” [Inconsciencia santa] “No consultaron sus intereses temporales ni miraron por su reputación o sus vidas. Sin embargo, cuando la tempestad de la oposición y del vituperio estalle sobre ellos, algunos, consternados, estarán listos para proclamar: ‘Si hubiésemos previsto las consecuencias de nuestras palabras, habríamos callado.’ [Cobardía natural] Estarán rodeados de dificultades. Satanás los asaltará con terribles tentaciones. La obra que habrán emprendido parecerá exceder en mucho sus capacidades. Los amenazará la destrucción. El entusiasmo que les animara se desvanecerá; SIN EMBARGO NO PODRAN RETROCEDER. Y entonces, sintiendo su completa incapacidad, se dirigirán al Todopoderoso en demanda de auxilio. Recordarán que las palabras que hablaron no eran las suyas propias, sino las de Aquel que les ordenara dar la amonestación al mundo. Dios había puesto la verdad en sus corazones, y ellos por su parte, no pudieron hacer otra cosa que proclamarla.” El Conflicto de los siglos págs. 555, 556.

Para ser parte del pueblo final no se necesitará ser valiente, sino ser un inconsciente impulsado por el Espíritu dejando todos los resultados en sus manos.