Hace casi diez años le regalé a mi esposa una perrita de pocas semanas de vida, muy pequeñita y toda blanca. Creció luego y aparecieron en su pelaje algunas manchas de un color castaño claro. Es una mezcla de Lhasa Apso y Shi Tsu. Pequeña, de ojos grandes y algo saltones, hocico cortito y pelo ondeado y largo. Una belleza.
“La inteligencia desplegada por muchos animales se aproxima tanto a la de los humanos que es un misterio. Los animales ven y oyen, aman, temen y padecen. Emplean sus órganos con mucha más fidelidad que muchos hombres. Manifiestan simpatía y ternura para con sus compañeros que padecen. Muchos animales demuestran tener por quienes los cuidan un cariño muy superior al que manifiestan no pocos humanos. Experimentan un apego tal para el hombre, que no desaparece sin gran dolor para ellos.” {MC 243.1}
“¿Qué hombre de corazón puede, después de haber cuidado animales domésticos, mirar en sus ojos llenos de confianza y afecto, luego entregarlos con gusto a la cuchilla del carnicero? ¿Cómo podrá devorar su carne como si fuese exquisito bocado?” (MC 243.)
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