Revitalización de la Escuela Sabática – Introducción

Principios e ideas prácticas

Por: Carlos Perrone

 

Introducción

No hay duda que el enemigo ha descendido con gran ira sabiendo que tiene poco tiempo. El decaimiento moral del mundo, en todos los niveles, no tiene precedentes. Nuestra civilización está descomponiéndose aceleradamente. Fuerzas demoníacas de destrucción están acumulándose en todos los ámbitos. Hombres de saber y previsión, no pueden ver más que un desastre mundial en un cercano futuro. Los hombres parecen haber perdido la razón y se entregan a toda clase de vicios contra la naturaleza. Millones mueren víctimas de las drogas, el alcohol, la promiscuidad, la violencia y el crimen.

 

Esta inmensa ola de maldad que recorre el mundo ha sacudido también la iglesia. Cosas que hoy parecen muy normales no se veían hace 40 o 50 años. La rebelión contra Dios está en el mismo aire que respiramos. Imágenes seductoras de mal penetran en nuestros hogares para contaminarlo todo. Niños y jovencitos están en grave peligro aún dentro de sus casas. La televisión y el Internet vuelcan imágenes de violencia e inmoralidad en forma continua. Multitudes son presa de tales avances. No es de extrañar que la fe de muchos vacile al dejar que sus mentes se espacien en asuntos tales.

 

En otros tiempos se podía ver más interés en el estudio de la Palabra de Dios por parte de los miembros de iglesia. Pero algo ha cambiado. El interés no es el mismo. El muchos casos parece haberse trasladado del mensaje al mensajero: escuchar al pastor Tal o al evangelista Cual.

 

El Señor sembró buena semilla en su campo, pero de noche, cuando los hombres dormían, vino un enemigo y sembró cizaña entre el trigo. Esta cizaña sólo aborrece la obra de Dios. Sin embargo hace nido en la iglesia y contamina la mente de todos sus miembros. La Escuela Sabática es su blanco favorito. Si logra matar la Escuela Sabática, habrá matado también a la iglesia, porque la Escuela Sabática es el corazón de la iglesia.

 

¿Por qué ha disminuido el interés en el estudio de la Palabra? Porque al desviar su atención de la persona de Cristo hacia los ídolos del mundo, la verdad se ha ido desvaneciendo en los corazones de los profesos seguidores de la verdad presente y Cristo ha perdido casi todo su atractivo. La iglesia no despertará hasta que Cristo vuelva a resplandecer en los corazones de sus hijos.

 

El llamado de Dios (Joel 2)

»Tocad la trompeta en Sión
y dad la alarma en mi santo monte.
Tiemblen todos cuantos moran en la tierra,
porque viene el día de Jehová,
porque está cercano:
día de tinieblas y de oscuridad,
día de nube y de sombra.»

. . .

12 »Ahora, pues, dice Jehová,
convertíos ahora a mí
con todo vuestro corazón,
con ayuno, llanto y lamento.
13 Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos,
y convertíos a Jehová, vuestro Dios;
porque es misericordioso y clemente,
tardo para la ira y grande en misericordia,
y se duele del castigo.

El gran día de Dios se acerca, no hay tiempo que perder. Cada minuto que pasa está cargado de consecuencias eternas. Debemos rasgar nuestro corazón y convertirnos completamente al Señor.

Un deber individual: Decía Pablo: “El amor de Cristo nos constriñe” (2 Cor. 5:14.) Es sólo la virtud que viene del amor de Cristo lo que nos lleva a él. Pero necesitamos ver a Cristo con claridad para que esa virtud nos lleve a él. Nuestro primer deber es buscar un acercamiento a Dios y su Palabra. Este es un deber individual. Necesitamos que Cristo habite en nosotros, porque es El quien hará la obra por medio de nosotros.

 

No esperemos que en la iglesia ocurra algo sobrenatural que nos haga despertar. Todo el poder que necesitamos está a nuestro alcance. El Señor nos ha dado ya la lluvia temprana de su Espíritu. Dejemos que esa lluvia bendita haga su obra en nuestros corazones en forma individual sin pensar si los otros creyentes lo hacen así o no. Es una decisión entre Dios y nosotros, y nadie más.

 

El despertador de Dios

El Señor nos dice que las diez vírgenes se durmieron en espera del Esposo. Las diez, esto es, las prudentes y las insensatas por igual.

Una persona que duerme no está muerta. Aún puede despertar. Pero mientras duerme no hace nada. Vemos a nuestra iglesia, especialmente en países más desarrollados, como paralizada por un estupor satánico. Se sigue una religión teórica, de libros y sermones, pero no hay acción misionera visible en la mayor parte de los miembros de la iglesia. La iglesia tiene que despertar si quiere seguir al Novio hasta las bodas.

Felizmente hay un despertador: A media noche se oyó el clamor:  “¡Aquí viene el novio, salid a recibirlo!” En el momento de mayor oscuridad se oye el llamado a recibir al Señor que viene pronto. Somos Adventistas. Así se nos llama porque esperamos el inminente advenimiento de Jesús. Y es esta bienaventurada esperanza y no otra cosa, lo que nos motivará y nos despertará.

Algunos piensan que no tiene nada de especial esperar la venida del Señor. Que cuando morimos el Señor ya vino para nosotros. Que lo mismo da que venga pronto o que se tarde. Pero no es eso lo que dice la Escritura:

“La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,  mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

“Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.” (Tito 2:11-15.)

“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” (2Pedro 3:11-13.)

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Pero como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre, pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino: una será tomada y la otra será dejada.

“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.” (Mateo 24:36-42.)

El despertar de la iglesia está directamente relacionado con la esperanza de la segunda venida. Los adventistas vemos en ella el triunfo final del bien sobre el mal; el fin del pecado y el comienzo de la eternidad feliz. Los que vivimos en este tiempo, como creyentes en las promesas del Señor, anhelamos ardientemente ver venir al Señor en las nubes de los cielos. Ya estamos cansados de tanto mal, de tanta rebelión contra Dios, de tanta blasfemia.

Si queremos despertar la iglesia, debemos renovar y fortalecer nuestra esperanza en la venida del Señor, creciendo diariamente en la comunión con Dios. Debemos volver a ser “Adventistas” de corazón, no sólo de nombre. No quiero decir que debamos predicar sobre Mateo 24 cada sábado. Pero sí debemos imprimirle a todo el sentido de urgencia de que nos hablan las Escrituras. En todos los casos debemos prepararnos y apresurarnos para la venida del gran día de Dios. La bendita esperanza debe estar presente en todo lo que hagamos y digamos.

 

Elementos clave a tener en cuenta:

No estamos a ciegas respecto de lo que debemos hacer. Los elementos que nos han sido dados en la Palabra de Dios y la Pluma Inspirada nos ayudan a aplicar aquellos eternos principios a nuestros tiempos. Pero sí es necesario que pongamos de relieve tales elementos y los organicemos en un esquema claro y funcional que nos permita avanzar con firmeza y sin vacilaciones.

 

Necesitamos:

  1. Fortalecer los pilares de nuestra fe, uniendo al estudio de la Palabra la comunión viva y diaria con Dios en el Espíritu.
  2. Actuar con la urgencia que la hora demanda. El día del Señor está cercano. Un sentido de urgencia debe imprimirse en todo lo que se haga.
  3. Establecer un orden administrativo que asegure estabilidad y actividad permanente en un mundo inquieto y cambiante.

 

El estudio y desarrollo de estos principios requiere un esfuerzo decidido y constante tanto del espíritu como de la mente; tanto de las emociones como de la voluntad. Algo para lo cual necesitamos la guía y el poder del Espíritu Santo. Pero tiene gran recompensa: un conocimiento individual más real e íntimo de Dios por nuestra unión espiritual con él y el despertamiento de la iglesia entera.

 

Mi propuesta, basada en mi experiencia unida a un estudio profundo, es que para ayudar a lograr este fin no tenemos en la iglesia ningún instrumento mejor adaptado ni más ricamente dotado de toda clase de medios que la Escuela Sabática.

Creo, de todo corazón, y lo he visto y palpado en mi experiencia de muchos años, que la revitalización de la Escuela Sabática conducirá a un reavivamiento espiritual de la iglesia entera.

 

 

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