Mi historia
Vine a Canadá hace veintiocho años, en el último día de enero de 1989.
Tenía cuarenta y seis años en ese tiempo. Después de vivir por casi tres décadas en este país puedo decir: Canadá es el mejor país del mundo en que un inmigrante puede vivir.
En aquel tiempo los argentinos éramos aceptados en Canadá sin visa; sino sólo con un pasaporte válido. Vine empujado por una crisis financiera muy severa en mi país y por no tener un empleo con que proveer para mi familia.
Entré como visitante con la esperanza de ser empleado por la Conferencia de Ontario como colportor. Esto es: para ir de puerta en puerta vendiendo Biblias y diversos libros acerca de la fe cristiana y el vivir saludable. Conocía el oficio, había sido colportor en Argentina por un tiempo. Teniendo ese trabajo, podía de inmediato solicitar visa de trabajador religioso.
Presenté mi solicitud a la Conferencia de Ontario, pero por razones que nunca llegué a conocer, mi pedido no llegó a la junta directiva de la Conferencia. El tiempo corrió y se me terminó el tiempo de mi visa de visitante.
De modo que me vi atrapado por las circunstancias. Unos buenos amigos míos en Argentina me habían comprado el pasaje para venir a Canadá y esperaban que les devolviese el dinero en un tiempo breve.
Casi en desesperación busqué consejo y el resultado de mi búsqueda fue: No te desesperes. Vas a encontrar empleo aun sin permiso de trabajo. Trabaja duramente, mantente sobre tus pies. Por nada del mundo pidas subsidio a la Provincia ni al Gobierno Federal. Trae al resto de tu familia y ponlos a trabajar. La vida no a a ser fácil al principio. No des a conocer tu condición a los extraños. Espera por unos cinco años desde tu arribo y entonces lleva tu caso a la Oficina de Inmigración.
Hice todo como me habían aconsejado. Fue un tiempo largo y difícil para mí y para toda mi familia: en temor cada día, con la espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas todo el tiempo.
Esperé durante esos cinco dolorosos años. Entretanto, habiendo oído de mis labios cuál era mi condición real, el director del distrito escolar local le dio a mis hijos la oportunidad de asistir a la escuela. Mi caso es el único de este tipo que conozco. Hizo esa excepción con mis hijos exponiéndose a un gran riesgo legal. Lo hizo por compasión, sabiendo que nuestro caso podría tomar años para resolverse.
Al pasar cinco años mucha gente llegó a conocernos. Recibí cinco preciosas cartas de recomendación: Una de los miembros de la iglesia a la que servía como pastor voluntario; luego del pastor local; del presidente de la Conferencia de Ontario; de otro pastor y de un miembro de la junta de la Asociación General en Washington DC.
Fui a la primera entrevista en la Oficina de Inmigración temblando de pies a cabeza. Al final de la entrevista, la oficial –una dama de Trinidad y Tobago– me dijo: Sr. Perrone ¿Por qué esperó tanto tiempo para venir? Con estas recomendaciones le hubiéramos otorgado la residencia ¡en el segundo año!
La razón fue que en el segundo año yo era prácticamente desconocido por la gente de alrededor y no tenía esas preciosas recomendaciones. Fueron viniendo con los años a medida que los miembros y líderes de la iglesia nos iban conociendo.
Dos años después de aquella entrevista me fue otorgada mi visa de residente junto con toda mi familia. Entretanto nos habían extendido permisos de trabajo y visas temporarias.
Después de algunos años solicitamos la ciudadanía y llegamos a ser ciudadanos canadienses. Me siento orgulloso de ser canadiense.
La gente de Canadá
Los canadienses son notablemente amables y corteses en su trato con los inmigrantes Nadie expresó menosprecio por mi país de origen, mi idioma, mi cabello negro o mis ojos castaños oscuros. Los canadienses están acostumbrados a tratar con inmigrantes. Muchos de ellos son inmigrantes ellos mismos o hijos de inmigrantes.
Los inmigrantes hispanos son minoría en Canadá. Se dice que la lengua que más se habla en Toronto, después del Inglés y el Francés, no es el español sino el árabe.
Canadá necesita recibir inmigrantes cada año para no despoblarse. Muchos canadienses, apenas se jubilan o aún antes, corren a Florida para escapar del nevoso e inmisericorde invierno Canadiense. Algunos inmigrantes no logran soportar la dureza de la estación fría y se van de regreso a sus países o a los Estados Unidos. Para mucha gente el invierno es muy difícil de sobrellevar.
El invierno Canadiense
Debo confesar que el invierno aquí representa un tiempo difícil para mí cada temporada. En años pasados sufrí de lo que aquí llaman “Depresión Invernal”. En enero y febrero casi no veo el sol y quedo enclaustrado en casa debido al hielo y a la nieve de afuera. (Tengo 74 años).
Por otra parte, el tiempo frío mantiene el país limpio y seguro. No hay serpientes venenosas en los campos. Muchas pestes que son comunes en lugares cálidos no prosperan en temperaturas bien por debajo de cero por tres o cuatro meses seguidos.
No es un lugar apropiado para vivir afuera todo el año. Gente holgazana que no trabaja en nada no puede sobrevivir en las calles con temperaturas de 15 a 20 grados centígrados bajo cero noche tras noche. Esa gente encuentra mucho más agradable y confortable vivir en Florida, Texas o California. En comparación con Estados Unidos, Canadá tiene un índice bajo de criminalidad.
No puedes vivir en Canadá a menos que tengas una casa apropiada y abrigada. El tiempo cálido como para salir de vacaciones es, mayormente, Julio y Agosto. El resto del año es como invierno para los que venimos de países cálidos. Enero y febrero son los meses más fríos del año.
El orden social canadiense
Al llegar a Canadá me sentí profundamente impresionado por el orden que los canadienses tienen en todo lo que hacen. Aquí todo es fácil de planear, fácil de seguir, predecible, coherente. Si quieres caminar junto con ellos, tienes que ser también tan consistente, predecible, puntual, cuidadoso de los detalles como son ellos. De lo contrario vas a tener problemas vez tras vez. Algunos inmigrantes no entienden esto y no disciernen el valor de una conducta cultural así. De modo que se quejan y ocasionan problemas.
Honestidad y amabilidad canadienses
También me impresionó la manera honesta que tienen de tratar unos con otros y su confianza en la palabra empeñada. No se escriben muchos documentos legales. Tu palabra es un documento. Cumplir con lo prometido es un serio asunto de honor. Esta confianza hace la vida mucho más fácil.
La gente es muy amigable y dispuesta a ayudar si pueden y saben cómo hacerlo. Ahora estoy viviendo en un pueblito en el sur de Ontario. La amabilidad de la gente de aquí va más allá de toda descripción. Disfruto de su disposición natural amante y amable cada día.
Amé este país desde el primer día que entré en él. Tan pronto vi la gente y entendí cómo son, decidí, junto con mi familia, vivir para Canadá y no a costas de Canadá.
Triste es decir que algunos inmigrantes viene para aprovecharse de Canadá y no para ser de valor para el país.
Asistencia social canadiense
Como ciudadano canadiense recibo atención médica gratuita y toda clase de servicios médicos básicos y medicamentos de parte de la provincia de Ontario. Como no pude acumular años de servicio suficientes en Canadá antes de jubilarme como para recibir una pensión completa, el gobierno me da una pensión por edad avanzada que cubre casi todos mis gastos. Por este y muchos otros factores puedo decir que Canadá es un país que cuida de las personas de edad y las discapacitadas. Nadie en Canadá necesita vivir a la intemperie o sufrir por falta de alimento o atención médica.
Tanto en invierno como en verano la gente pone un cuidado especial en embellecer sus casas. En los pueblos pequeños los jardines al frente de las casas está rebosando de flores y decoraciones cada primavera. A los turistas les encanta tomar fotos de ellas. Las rutas todas están en alto nivel de mantenimiento. Todo luce bello y limpio.
Por supuesto, no todo es perfecto en Canadá. Tú puedes estar en desacuerdo con esto o aquello. Pero lo bueno es tan bueno que puedo decir: “Canadá es el mejor país del mundo en que un inmigrante puede vivir.