Dedicado especialmente a los ministros del Evangelio
Por Carlos Perrone
“La facultad del habla es un talento que debiera ser diligentemente cultivado. De todos los dones que hemos recibido de Dios, ninguno puede ser una bendición mayor que éste. Con la voz convencemos y persuadimos; con ella oramos y alabamos a Dios, y con ella hablamos a otros del amor del Redentor. Cuán importante es, entonces, que se eduque de tal manera que sea lo más eficaz posible para el bien.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, 270 (PP), 234 (ACES). {VEUC 17.1}
Problemas más frecuentes en el uso de la voz:
El tema es muy amplio, pero me remitiré a sólo dos de los problemas más frecuentes:
-Hablar demasiado rápido.
-Usar mal los órganos vocales.
“Instrucción dada por Dios a Ellen G. White acerca de la voz—Tengo palabras de precaución que darle, las cuales voy a repetir en la sesión de la noche. Yo estaba diciendo esto: “Tengo un mensaje para usted, del Señor. Cultive sus órganos vocales. Este es su privilegio y deber. La voz es un tesoro muy precioso. Muchas veces usted habla demasiado aprisa. Sus palabras se agolpan unas sobre otras, y su pronunciación carece de la nitidez que debiera tener”. {VEUC 286.1}
Siendo que tiene que hablar ante grandes congregaciones, es su deber dar a sus cuerdas vocales todo el descanso posible. Cuando hable, haga inspiraciones profundas. Use los músculos del abdomen, poniendo así sobre ellos, la carga que ahora está colocando en la garganta y los pulmones. {VEUC 286.2}
El Señor no quiere que usted perjudique sus órganos vocales, por un esfuerzo prolongado y continuo. Sus palabras serán mucho más potentes, si usted da a sus pulmones más aire, y habla menos palabras. Cuando hable, dedique tiempo a hacer inspiraciones profundas. Ponga en acción los músculos del abdomen. Párese derecho, respire profundo, y hable sus palabras con toda la fuerza que quiera. {VEUC 286.3}
Yo tuve que aprender esta lección, cuando se me afectaron tanto la garganta y los pulmones, que no podía respirar sin sufrimiento. Ningún ser humano me dijo lo que debía hacer para mejorar, pero el gran Médico misionero, a quien amo y obedezco, me dijo lo que debía hacer. Las instrucciones que me dio se las estoy dando a usted. Fui impresionada con la importancia del cultivo de la voz, y desde entonces, he tratado de destacar esto ante los demás… Nuestros ministros deben hablar despacio, tomando inspiraciones de aire, y su voz tendrá una melodía que ahora sólo tienen unos pocos, porque no es fácil cambiar hábitos erróneos, por correctos. {VEUC 286.4}
Dios quiere que sus obreros traten sus órganos vocales con especial cuidado, como un don precioso dado por él. No debemos abusar de estos órganos por exceso de trabajo. Ejerzamos mucho cuidado en su uso. Entonces, los discursos serán más impresionantes, y los que hablen serán capacitados, para realizar más trabajo por el Maestro. Hay hombres que han ido a la tumba, porque no se esforzaron en estar en armonía con las leyes de la naturaleza, en el uso de los órganos vocales. {VEUC 287.1}
El Señor quiere, que sus mensajeros cuiden sagradamente su salud y su fuerza. No deben sacrificar por un mal uso, los órganos que Dios les ha dado. No debemos esforzar ningún órgano, haciéndole llevar una carga de abuso que produzca enfermedad, y acorte la utilidad del obrero. {VEUC 287.2}
El Señor mejorará su manera de hablar, si pone la carga donde pertenece, o sea, sobre los músculos del pecho y el abdomen. La garganta es solamente el canal por donde fluyen las palabras. Hable despacio, y respire profundo. Esto le permitirá emitir las palabras con claridad y volumen, y la garganta y los pulmones serán fortalecidos, para resistir las tendencias destructivas, en lugar de ser dañados. {VEUC 287.3}
Es su privilegio tomar lecciones sobre la educación de la voz, si es posible. La educación de la voz es un estudio que debe encontrar lugar, en todas las instituciones donde se enseñe a la juventud. Este estudio es especialmente esencial, para los que se están preparando para trabajar como maestros o ministros. En cada estudio, debe ocupar un lugar prominente, la importancia de hablar despacio y claramente, colocando la carga sobre los músculos del abdomen. Esta línea de trabajo debe constituir una especialidad en cada escuela y colegio. Debe enseñarse a los estudiantes a pararse en forma recta, respirar profundamente y dar el énfasis apropiado a las palabras y las oraciones importantes. {VEUC 288.1}
Medite en estas sugerencias. Présteles la atención debida, porque la preservación de su vida lo demanda. El agente humano, debe hacer todo lo posible para conservar su salud y su fuerza. El ministro del evangelio, debe prestar a los órganos del habla un cuidado especial, dando a la garganta todas las ventajas posibles, para que no se irrite. Debe dedicar tiempo a descansar. Entonces, sus órganos vocales no serán esforzados, hasta el punto de enfermarse sin remedio. {VEUC 288.2}
Le recomiendo que ejercite discreción. Usted habla con mucha prisa, y su garganta y pulmones se cansan y se irritan. El pastor D era un hombre de gran habilidad. Yo hice todo lo que pude por persuadirlo a que cuidara su salud, pero él no siguió mi consejo. El decía que no podía sentirse libre para hablar, si tenía que observar las reglas, que él sabía que eran esenciales para la salud de su órganos. La fuerza del hábito era tan fuerte en él, que no pudo cambiar. Cuando estaba agonizando, nos mandó a buscar a mi esposo y a mí, para que fuéramos a orar por él. Cuando estábamos con él, dijo: “Hermana White, si yo hubiera seguido los consejos que usted me dio, no estaría ahora muriéndome”.”—Carta 367, 1904. {VEUC 288.3}
Algunas ideas prácticas
Hablar en forma pausada y clara: No te sientas en la obligación ni en la necesidad de hablar continuamente, casi sin tomar tiempo para respirar. Esto cansa al oyente y destruye los órganos vocales del predicador.
Toma tiempo para respirar: Las pausas harán más por la claridad de tu discurso que todas las palabras que podrías decir en la misma cantidad de tiempo. Al terminar un frase o idea, haz una pausa. Esa pausa da tiempo al oyente a asimilar la idea y al predicador a llenar sus pulmones de aire vivificante. Da también un descanso a tus cuerdas vocales, así como el corazón descansa entre latido y latido.
También la pausa tiene el efecto de resaltar o subrayar lo que acabas de decir. Un discurso sabiamente pausado tiene un poder irresistible.
No corras: Al correr, amontonas unas palabras sobre otras y haces muy confusa tu pronunciación. Tu oyente pierde parte de tu discurso y se desorienta, y tú llevas un desgaste absolutamente innecesario y pernicioso para tu salud.
En mi juventud estudié guitarra clásica. Cuando hacía escalas –ejercicio inescapable de todo estudiante de música– mi profesor insistía en que debía comenzar despacio, a paso de tortuga, pensando en los movimientos necesarios para tocar con claridad cada nota de la escala.
Si había algo que mi maestro aborrecía era la repetición mecánica de las escalas mientras la mente vaga por allí. Mente y músculo debían ir siempre juntos hasta que mis dedos aprendieran la lección y pudieran tocar las escalas con exactitud y rapidez. Aquí tenemos un elemento importante de la disciplina: usar la mente, pensar en cada sílaba que se pronuncia.
Otro beneficio de comenzar despacio a tocar las escalas musicales, es aprender a dar a cada nota la duración que le corresponde. Recuerdo que en uno de mis textos se leía algo así: “El dedo de la mano izquierda, que pisa las cuerdas sobre el diapasón debe estar allí, a tiempo para que el dedo de la mano derecha pulse la nota, y no salirse de allí hasta que la nota haya completado su tiempo.” De esta manera el sonido era continuo y bien ligado. Los dedos de la mano izquierda no debían ir rebotando sobre las cuerdas, sino experimentar un descanso sobre cada nota.
Si el estudiante captaba la idea, esa sensación de descanso permanecería en sus dedos aun cuando tocara las escalas con rapidez.
La rapidez es de valor en la música, pero no en el hablar. Pero esa idea de reposo en cada nota podemos verla en el habla como el reposo del orador en cada sílaba. Este resposo permite que la sílaba suene completa, exacta, no dejando lugar para que se entienda una cosa por otra.
El hablar con demasiada rapidez produce –entre otros– dos errores muy comunes: que una sílaba se omita del todo o que se la pronuncie defectuosamente y que el final de una palabra se pegue con el comienzo de la que sigue formando así otras palabras ajenas al discurso. En español tenemos la costumbre de pegar las palabras unas con otras sin solución de continuidad. Debemos ser cuidadosos con esta costumbre y aprender a distanciar un poco ciertas palabras para evitar la formación involuntaria de palabras fortuitas.
Ejercicio: El uso del metrónomo. El metrónomo fue inventado en el año 1816 por el holandés Dietrich Nikolaus Winkel. Es un mecanismo de relojería usado por los músicos para adquirir disciplina en el tiempo de duración de las notas. En estos días se ofrecen en el mercado metrónomos electrónicos muy buenos y de muy bajo costo.
Si no tienes uno, muy probablemente puedas comprarlo en una tienda de instrumentos musicales, o simplemente usar los metrónomos virtuales que se encuentran en Internet.
Para comenzar puedes ajustar tu metrónomo a un TIC por segundo. Esto es: 60 por minuto.
Toma un libro para leer y pronuncia una sílaba por segundo, siquiendo fielmente el TIC del metrónomo. Mientras lees ten en cuenta los siguientes puntos:
–Piensa en cada sílaba que lees. Descubrirás entonces que la sílaba está compuesta por letras y que cada letra tiene su sonido distintivo. Si eres nativo de la América Hispana o de las Canarias o del sur de España, no te precupes por pronunciar la Z como lo harían en Madrid. Pero sí trata de que cada letra de la sílaba sea bien pronunciada, con claridad, para que otros puedan entender. Debes limpiar tu lenguaje de todo localismo o regionalismo.
Los rioplatenses tenemos problemas con las eses finales. Parece que laj cosaj no andan bien en loj otroj puebloj. En cambio en el Jalvador, el problema es con las eses iniciales (a jaber. . .) Algunos chilenos en realidad son Shilenos según ellos, porque nacieron en Shile. Los Portorriqueños nos aseguran que nacieron en Puelto Rico. El predicador, que aspira a predicar dondequiera que Dios lo llame debe dejar atrás los regionalismos y hablar un español más universal, que todo hispanohablante pueda entender. La Real Academia Española nos ayuda mucho en esto.
No te apresures a acelerar el tiempo. Dedica muchas prácticas al tiempo de un segundo por sílaba. Practica con diferentes textos y diferentes temas. Hasta que sientas que dominas totalmente las sílabas y que puedes controlar con éxito los factores que mencionaremos más adelante. Luego acelera un poco: de 60 sílabas por minuto puedes pasar a 65 y quedarte allí por un tiempo. Con todo, volver de tanto en tanto a la práctica de las 60 sílabas por minuto es un ejercico muy beneficioso. Si cada día dedicas 20 minutos a esta práctica, muy pronto notarás los cambios en tu conversación normal. Esto es, si has puesto toda tu cabeza en cada sílaba.
Con el tiempo te irás acostumbrando a ver cada palabra –no como un sonido único que se pronuncia todo de una vez— sino como una secuencia de sílabas formadas a su vez por letras, las que, pronunciadas debidamente, producen una palabra clara y nítida.
Usar correctamente los órganos vocales
Una de mis hijas tiene un excelente órgano vocal y ha tomado clases de canto en Andrews University. Me dijo ella una vez: “La voz con la que hablamos a diario es lo que nos ha quedado después que la hemos arruinado con el mal uso. La educación de la voz consiste, en buena parte, en quitar de ella todos los vicios y malas constumbre con que la hemos estado mortificando por años.”
La voz se arruina con los gritos descontrolados, el hablar áspero, en no respirar adecuadamente y el no usar las cámaras naturales de resonancia, sino forzándola desde las cuerdas vocales.
Respiración: Soy amante del remo. Puedo remar por largas distancias. En más de una ocasión he remado hasta 7 horas sin bajar de la barca y sin tomar un descanso prolongado. El secreto no es secreto, sencillamente debo remar en forma pausada tomando un brevísimo descanso al fin de cada impulso cuando las empuñaduras de los remos están junto a mi pecho y respirar al ritmo de los remos: tomar aire durante el movimiento de recuperación de los remos –cuando alejo las empuñaduras de mi pecho– y soltar el aire lentamente durante el movimiento de fuerza –es decir, cuando tiro de las empuñaduras hacia mí.
Así sucede con la voz en la predicación: El predicador debe hablar con un ritmo descansado, sin agitación ni prisa, y tomarse sus pausas para respirar adecuadamente y dar un mini-descanso a su voz.
Cuando practicas tu lectura temporizada debes poner especial interés en la respiración.
Relajación: El hablar en un tono agudo, para dar énfasis; el amontonamiento de las sílabas y las palabras y el no respirar adecuadamente, son muchas veces consecuencias de la tensión nerviosa.
La tensión nerviosa es un gran enemigo de los músicos. Se dan cursos especiales para evitar la tensión nerviosa en músicos profesionales. La tensión no sólo les hace cometer errores involuntarios, sino que se refleja también en dolores musculares en los brazos, la espalda, la cintura, las piernas, el cuello, etc. según el intrumento musical de que se trate.
La tensión nerviosa también perjudica grandemente al predicador. Puede llegar a quitarle la voz temporariamente por inflamación de las cuerdas vocales, además de los problemas que produce en los músculos de todo el cuerpo y en el cerebro. La tensión nerviosa puede llevarlo a hablar muy rápido y con una pronunciación defectuosa y a elevar el tono muy por encima de lo normal.
Por esto, antes de entrar en la colocación de la voz debemos aprender a hablar sin nerviosidad ni tensión. No debe haber temores de ninguna clase que nos mantengan tensos. El siervo de Dios tiene que destacarse por la intensa paz y reposo de su espíritu. Si hay situaciones que nos turban, asegurémonos de ponerlas a los pies del Señor antes de subir a predicar.
Al hacer los ejercicios de los que hemos hablado debemos estudiarnos a nosotros mismos y ver si tenemos alguna parte de nuestro cuerpo en tensión. La relajación debe ser parte importante del ejercicio.
Colocación de la voz:
Si sientes que tu voz sale de tu garganta y que si hablas mucho termina doliéndote la garganta, puedes estar seguro de que usas mal tu voz.
El problema es que cierras tu garganta y la voz no sube a las cavidades superiores, por lo cual no tiene resonancia. La resonancia multiplica el volumen de tu voz sin añadir más esfuerzo a las cuerdas vocales.
Instrumentos como el violín y el violonchelo no sonarían si no fuera por su típica caja de resonancia. Si tomáramos una cuerda del violín y la fijáramos entre dos soportes fijos sobre una pesada losa de cemento, por mucho que afinemos bien la cuerda y la frotemos vigorosamente con el arco, casi no se oirá su sonido. La cuerda sola no puede hacer todo el trabajo. Necesita de una caja de resonancia que amplifique el sonido y le dé su color característico. Así ocurre con la voz. Si sólo dependes de las cuerdas vocales el sonido será muy pobre y las cuerdas se esforzarán demasiado, hasta arruinarse para siempre.
Pero la voz no necesita de una caja de resonancia de madera elaborada por un hábil artesano. La caja de resonancia ya viene con nosotros de nacimiento. El problema es que no la usamos. Hablamos como si no existiera.
Pero si dejamos que la voz resuene en la faringe y las cavidades superiores nuestra voz será potente, llena, colorida, clara y requerirá un uso mucho menor de las cuerdas vocales.
El sonido n
Has una prueba muy simple: cierra tu nariz y prueba de decir algunas palabras. Si no notas una gran diferencia es posible que tu pronunciación de la n y de la m sea defectuosa. Esta deficiencia se percibe por la impresión de que la persona habla con la nariz tapada: ¡Hola Maduel! Liddo día, ¿do te parece? He notado que algunas modalidades regionales de hablar el español tienen este defecto en mayor o menor medida.
El caso opuesto a este es la voz nasal. En los hablantes del español no he encontrado muchos casos de voz nasal, pero los hay. Generalmente la voz suena desagradable: como una bocina. Es un extremo que debemos corregir.
Con todo, el sonido n puede ayudarnos a entender la resonancia de la voz, por ser un sonido que, necesariamente, debe salir por la nariz y resulta afectado por las cavidades superiores.
Hagamos este ejercicio: cierra la boca y pronuncia la n con cierta fuera. ¿Qué sientes en las cámaras nasales? ¿No sientes que tu nariz vibra en su parte superior? Eso indica que tu voz está resonando en la cavidad. Esta resonancia aumenta el volumen del sonido sin aumentar el esfuerzo de las cuerdas vocales.
Repite este sonido de n varias veces hasta que llegues a percibir algo de su naturaleza y de cómo hace vibrar las cámaras dentro de tu cabeza.
Luego abre la boca y pronuncia la n con la boca abierta. ¿Se mantiene la resonancia?
Si has logrado que la resonancia se mantenga pronuncia la letra a sin perder el sonido de n. ¿Qué notas ahora? Si lo has hecho bien, notarás que se abrió algo entre tu garganta y tu nariz y tu letra a te sale ahora con una resonancia “nasal” que antes no tenías. Repite este ejercicio varias veces hasta que puedas pronunciar la a y las otras cuatro vocales con la misma resonancia. Esto significa que estás aprendiendo a “abrir” la garganta y unir las vías respiratorias con los resonantes superiores.
Esto no se aprende de la noche a la mañana. Yo mismo tomé años para aprenderlo. Pero fui feliz con cada pequeño adelanto. También las cuerdas vocales necesitan ejercicio, por eso es bueno aprovechar todas las ocasiones en que uno canta para practicar resonancia.
La apertura de la boca:
No es posible hablar con claridad con la boca medio cerrada. Esto vale tanto para el canto como para la oratoria. Es necesario abrir más la boca y pronunciar con movimientos bien definidos de la lengua, los labios y la mandíbula inferior.
Mi hija notó un día que yo estaba cantando con la boca muy cerrada. Me dijo en inglés que mi voz sonaba muffled, esto es: ahogada. Me hizo parar a una distancia de unos 60cm de la pared y señalando con su dedo un punto justo enfrente de mi nariz me dijo: “Canta para que tu voz pegue aquí con fuerza.” La miré con extrañeza, pero me dijo: “Es un juego de imaginación, pero funciona.”
No era posible que mi voz pegara en ese punto si cantaba con la boca semicerrada. Me daba la impresión imaginaria de que tan pronto salía de mi boca la voz se caía a suelo. De modo que abrí más la boca y sí, entonces tuve la impresión de que mi voz realmente pegaba allí con fuerza.
Me gusta cantar, como pasatiempo, algunas canciones italianas como “O Sole Mío,” “Mamma,” “Santa Lucía,” “Matinatta,” etc. Al practicarlas con la voz colocada estas canciones adquieren gran esplendor. Suelo cantarlas en reuniones sociales y en reuniones de familia. Si las cantara con voz de garganta sonarían muy pobres.
Los amplificadores de sonido no resuelven todo el problema: En los tiempos de Elena White no existían los amplificadores de alta fidelidad que hoy tenemos. Un orador debía hacerse oír ante una audiencia de 2.000 o más personas con su voz sola. A veces debía predicar al aire libre o en grandes tiendas sin la ayuda de la acústica de un teatro. Por eso el mal uso de la voz podía producirles irritaciones en la garganta con la posibilidad de graves infecciones, añadidas al agotamiento físico provocado por el gran esfuerzo.
Hoy tenemos maravillosos equipos de altavoces, unos para alcanzar multitudes y otros para salas pequeñas que son muy accesibles, de modo que no se justifica hoy hacer aquel gran esfuerzo. Pero los principios presentados siguen siendo importantes. En aquellos tiempos los medios de transporte eran lentos y no se sabía de multimedia ni de internet. En nuestro días, las grandes facilidades para viajar y los medios electrónicos de difusión hacen que las ocasiones de hablar se hayan multiplicado enormemente. Si bien el esfuerzo es menor en cada caso, la cantidad de predicaciones públicas o a través de los medios masivos que son requeridas de un predicador ha aumentado enormemente. El peligro está, ya no en el volumen de voz requerido, sino en las más frecuentes ocasiones en que el predicador debe hacer uso de su voz.
Hay mucho más que decir y que aprender de esto. Yo no soy maestro en esta materia y hasta aquí compartí contigo algunos principios que me ayudaron mucho en mi servicio ministerial. Si tienes interés de aprender más encontrarás mucho material en Internet y en la librerías, como también maestros especializados en voz a los cuales puedes ir en procura de un mejor entrenamiento. Pero si practicas esto pocos puntos que te he presentado y lo haces a conciencia, lograrás resultados asombrosos.
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