Quiero Señor, despertar cada mañana
y que mis labios exalten la ternura de tu amor,
que mis ojos reflejen la luz de tu dulce mirada
y mis manos con caridad, te sirvan mejor.
Quiero Señor, despertar cada mañana
y tener mi mente limpia, despejada y sana
para escuchar tus mensajes plenos de sabiduría;
quiero conocerte y amarte con más alegría.
Quiero Señor, despertar cada mañana
y entregarte este enfermo corazón,
quiero que lo plasmes a tu imagen sacrosanta
y colmes las alforjas de mi alma con tu bendición.
Quiero Señor, despertar cada mañana
y sentir el rocío de tu amor en la ventana,
vibrar con la fuerza de tu eterna grandeza,
y de tu humildad, sentir la sublime belleza.
Quiero Señor, percibir tus pasos cada mañana;
que mi debilidad, en tu poder se fortalezca,
que mi egoísmo se desvanezca en abnegación,
que mis lágrimas sean enjugadas por una canción.
Quiero, Maestro, ser tu humilde discípulo
transitando las huellas supremas,
y de tus manos recibir la esperada corona
revestida de preciosas y esplendentes diademas.
Margarita Sharp de Priora
5 de mayo de 1999