1.º  Creo en Dios aunque no pueda probarlo con métodos científicos tradicionales:

Los científicos saben que no todo lo que existe se lo puede probar. Así ocurre con las teorías atómicas y subatómicas, y así también la existencia de algunos planetas de otros sistemas solares que todavía no se los ha visto, pero tienen claras evidencias de que existen sin verlos, por los resultados que producen.

2.º Creo en Dios porque la “Causa Primera” del universo es necesariamente inteligente, pues fue la que estableció las leyes físicas del cosmos, y las naturales de nuestro planeta. En esto la mayoría de los hombres de ciencia está de acuerdo, junto con los voceros ateos más conocidos, como Richar Dawkins y Stephen Hawking. La casualidad no puede establecerlas; ni es razonable sostenerla, y reconocer con admiración, que los científicos tengan que aprender humillados de la ignorancia del azar.

3.º Creo que Dios es eterno porque esa “Primera Causa” tiene que ser eterna; y por lo tanto nada ni nadie tuvo que haberla formado antes. Lo exige la primera ley de la termodinámica. Aunque algunos teóricos del Big bang lo aseguren, nada existe de “la nada absoluta”, porque de la nada, nada sale, adelantó Lucrecio. Y lamentamos que algunos científicos sostengan algo tan absurdo. Por eso otros parten de materia preexistente; otros de una Inteligencia, y los creacionistas del Dios eterno.

4.º Creo en Dios porque, si la “Causa Primera” es tan sabia que creó leyes más inteligentes que Einstein; y formó seres con capacidades que van más allá de las que posee el hombre, tiene que ser una Inteligencia Superior, y no una simple energía universal; o que el universo mismo sea esa energía, como se propone desde J. Huxley y los metafísicos panteístas. No confundamos: Estamos en el terreno de la ciencia y no de la filosofía o de la ciencia-ficción.

5.º Creo en Dios porque la vida no es una casualidad sino un verdadero milagro:

Hoy, como lo hizo Darwin, los mismos evolucionistas lo reconocen, pues saben que les queda una sola chance de suerte entre 10 seguido de 40 ceros en contra, sea en este mundo o de otro planeta. Pero el milagro es el estudio de la religión, no de la ciencia.

6.º Creo en Dios porque sólo él puede poseer el atributo de la presciencia:

Tarde o temprano, los evolucionistas ateos terminan creyendo que ese “azar” supo cómo obrar contra la segunda ley de la termodinámica, previendo lo que necesitaría el átomo de hidrógeno para ser formado y ser conservado con los demás; y así también los vegetales y los animales hasta llegar al hombre. Ese conocimiento futuro de las necesidades para la vida de miles de millones de años, como aseguran, se le ha dado distintos nombres: “Nomogenesis”, “antropogénesis”,“teleogénesis”,“afán perfeccionista”, “poder irrefrenable hacia lo complejo”, etc. Es decir, un poder de presciencia superior a todo hombre, y que, lógicamente, nosotros le atribuimos sólo a Dios.

7.º Creo en un Dios personal porque ese Campo Creador tiene sentimientos:

La belleza en la naturaleza, que existe, según ellos, hace miles de millones de años, es la constante fuente de inspiración de los amantes, los artistas y todos los que tienen sentimientos. Por lo tanto, ese poder creador solo puede existir en una Inteligencia que también siente, lo que necesariamente nos lleva a pensar en un Ser personal.

8.º Creo en Dios como la única persona en quien confiar y a quién adorar:

Si el reconocimiento de superioridad creadora que reconocen todos los científicos en la naturaleza, fuera el “azar” (un “azar” muy singular, por cierto) o fuera Dios, igualmente nos lleva a un profundo reconocimiento de admiración y respeto. Y somos libres para elegir: O bajamos la mirada para admirar la tierra que nos habría formado, o al cielo donde mora Dios; a la casualidad y la inconsciencia, o al Ser que nos ama porque dice que nos creó. Tarde o temprano usted tendrá que definir qué es lo más razonable.

L. Beskow.