La poesía se manda sola en mi corazón.  Escribir un poema no es para mí asunto de ponerme a hacerlo y lo hago.  Puedo tener el deseo de escribir un poema y poner esfuerzo en ello.  Pero es necesario también algo más, sin lo cual el poema nunca llega a ser, o en el mejor de los casos, no va más allá de ser un montoncillo de lugares comunes.

La inspiración ocurre cuando entre la mente y el corazón se produce un encuentro feliz de ideas abstractas con imágenes concretas, de principios eternos con los sentimientos que éstos despiertan en un corazón humano, sensible y temporal.  Cuando cosas que nos parecieron siempre lejanas una de otra, aparecen de pronto ante nosotros tomadas de la mano y andando juntas.  Es como que alguien enciende la luz, o rompe el sordo silencio con una canción.

He pasado años deseando escribir una poesía para mi esposa, para una de mis hijas, para un amigo.  Las ideas iban y venían, pero no se concretaban en versos.  Hasta que un día y sin advertencia alguna, se producía aquella combinación tan esperada y el poema salía a la luz como nacido después de un largo tiempo de gestación.  Y te digo que cuando eso me ocurre, oigo sonar campanas dentro de mí.

Otras veces el tema mismo del poema me sorprendía.  De buenas a primeras aquella feliz combinación de ideas, imágenes y sentimientos se daba espontáneamente en mí acerca de un asunto que no había pensado antes, y la poesía salía como brotando de la nada.

Puedo escribir en prosa siguiendo un programa de tiempo.  Pero no puedo hacerlo así con la poesía.  Ella se manda sola dentro de mí y cuando quiere venir, viene.

En esta página presento poesías mías, y de otros autores.

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