Jesús, Hijo de David
que desciendes de los atrios del cielo,
que has dejado tu palacio
y deambulas por este mustio suelo,
mendigando caridad,
mendigando piedad:
¿por qué sigues insistiendo
en esta mísera humanidad?
Los pájaros tienen nido,
las serpientes sus cuevas,
el ganado, establos,
y para ti, no hay mesón
que al nacer, te albergue.
De veras, ¿no hay un sitio
para el Divino Enviado,
donde sus pies y corazón
reposen confiados?
Jesús, el Mesías de la promesa,
llegado de la necia Nazareth
¿por qué no tienes
donde reposar tu cabeza?
¿no hay quién te cobije
de la áspera intemperie?
¿No hay quién te dé
un poco de abrigo
o mitigue tu sed?
A la vera de los senderos
en los riscos y en los valles
son tantos los moradores
que en sus puertas
carecen de aldabas
y están sus ventanas
cerradas con postigos.
¿No hay comarca alguna,
ni quien de ti se compadezca?
Jesús y Señor mío,
mira mi tosco semblante
y no te avergüence
mi modesto ofrecimiento:
mi celda es rústica,
sin estufa, sin cielo,
sin sol, y ninguna flor.
Te la ofrezco, Señor,
¡contigo, todo será mejor!
Margarita Sharp de Priora
15 de abril al 31 de mayo 1996