El Drama del Lobo y las Ovejas

En España se ha planteado, en lo que va de este siglo, un fuerte debate en relación con la preservación de Lobo Ibérico, una raza autóctona denominada Canis Lupus Signatus.

Durante el siglo pasado, se consideró al lobo como un enemigo de la ganadería y se le dio caza sin piedad, llevando la especie al borde mismo de la extinción. Pero desde fines del XX y principios del XXI el criterio ha cambiado. Gracias a la obra esclarecedora de naturalistas como Félix Rodríguez de la Fuente, la mentalidad ha ido cambiando. Ahora se entiende que el lobo es una pieza clave en el equilibrio ecológico y que su falta ocasiona más pérdidas a ganaderos y agricultores que las que produce cuando ataca manadas de cabras, ovejas y vacas que no están debidamente protegidas.

La naturalista Odile Rodríguez de la Fuente, hija del insigne naturalista y, como él, defensora del medio ambiente, dice lo siguiente:

“Elevar el nivel de protección al lobo no me parece una decisión ni social ni científicamente necesaria y podría incluso ser contraproducente para la propia especie”.

“Estoy totalmente de acuerdo con que ser ganadero, hoy día, en régimen extensivo, es una heroicidad. Pero no solo por estar en el punto de mira de la naturaleza sino por otros muchos factores que tienen más que ver con otro tipo de animales: las personas”.

“Ellos (los ganaderos), mejor que nadie saben que un ecosistema frágil y contaminado acaba por agotarse también para sus explotaciones. Que donde no hay depredadores, hay más plagas y otros animales como cornejas, topillos, conejos o ratones que acaban causando enormes daños”.

Los lobos limitan también la reproducción de animales más grandes como los ciervos, los corzos y los jabalíes. Los ciervos, cuando se reproducen demasiado, llegan a ser destructivos para los bosques mismos donde habitan a causa de la falta de alimento, por cuanto destruyen los árboles pequeños que, normalmente, serían los árboles del futuro y la preservación del bosque. Además, impulsados por el hambre, salen a campo abierto produciendo daños en campos sembrados y propagando algunas enfermedades como la brucelosis, que pueden destruir rebaños enteros de ganado doméstico. Los jabalíes también puede ser un problema serio para los agricultores al destruir sus sembrados de hortalizas.

Podríamos decir que el lobo es un mal necesario. Pero es más que eso, es un maravilloso regulador del ecosistema. Aún así, es un problema muy serio para los ganaderos “extensivos”, es decir, los que crían su ganado siguiendo las técnicas tradicionales de pastoreo al aire libre.

Se están implementando toda clase de recursos para preservar el ganado de los ataques de los lobos, los cuales sería largo enumerar, pero el recurso número uno es el perro mastín. El mastín no es el perro ovejero que todos conocemos. El perro ovejero ayuda a reunir las ovejas y mantenerlas juntas mientras el rebaño camina en busca de pastos. No; el mastín es un perro muy fuerte, de mayor tamaño que el ovejero, muy bravo, que está entrenado para ahuyentar a los lobos.

Los lobos dIfícilmente se enfrentan solos al mastín. En todo caso lo hacen si son muchos y pueden atacar en grupo. El mastín vive con el rebaño y se siente el guardían del mismo. Es común que en un rebaño de unas quinientas ovejas haya una media docena de mastines montando guardia.

Digo esto, no porque tenga un interés personal en la ganadería, sino porque veo la manera maravillosa como Dios ha dispuesto las cosas para la preservación de las especies animales y el medio ambiente en general, en un mundo contaminado por el pecado. Duele pensar en un lobo matando a un ciervo. Pero el lobo sólo caza a los ciervos débiles y enfermos y de esa manera mantiene sana la raza. El hombre, en cambio, con sus rifles y artimañas, caza los mejores ejemplares y desdeña a los débiles y enfermos. De esta manera, toda la manada se debilita y se extingue, si no se ponen límites a la caza. El hombre es la peor desgracia que pudo haberle ocurrido al medio ambiente.

El Señor ama la naturaleza que creó. Ni un solo pajarillo cae a tierra sin que él lo tome en cuenta. El Creador está airado contra los que alteran el equilibrio ecológico haciendo así que cada día se extingan más y más especies de animales y plantas.

Los nativos de América amaban la naturaleza y vivían en armonía con ella. Pero el hombre civilizado acaba con todo. Por eso fue escrito en el Apocalipsis: “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra“. Apocalipsis 11:18.

Pablo, por su parte, nos hace notar:

19 “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Romanos 8:19-23.

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