Una actividad permanente
Actividades permanentes y eventuales
Tanto en la iglesia como fuera de ella y aun en la naturaleza misma pueden observarse dos actividades diferentes y complementarias entre sí:
Permanentes: Son las que constituyen la rutina diaria. Desayunar, ir a la escuela, dormir por las noches, son actividades rutinarias de las cuales depende la vida. No podemos dejar de respirar, ni de beber agua, ni de comer ni nuestro corazón puede tomarse un día libre.
De tales actividades rutinarias y permanentes depende la vida. No existirían actividades eventuales si las permanentes dejaran de actuar.
Actividades eventuales: Son las que se realizan de tanto en tanto, contando con que las permanentes siguen trabajando. Por ejemplo: Ir a un concierto; celebrar algún acontecimiento importante; casarse; tener un niño.
En la iglesia también tenemos actividades permanentes: El culto sabático en la iglesia; la Escuela Sabática; la reunión de oración; etc.
Equilibrio: Las actividades eventuales no podrían existir si no se contara con las actividades permanentes. Y las actividades permanentes se tornarían en una rutina fría y sin vida si su energía y recursos no se volcaran en actividades eventuales.
Las eventuales motivan y ayudan a dar un derrotero definido a las permanentes por cuanto muestran la realidad de la obra, sus obstáculos y desafíos. Al mismo tiempo las permanentes proporcionan el material humano idóneo y el apoyo logístico a las eventuales.
Permanentes y Eventuales no representan campos separados de acción, sino las dos caras de una misma moneda, dos puestos complementarios de acción que trabajan en armonía.
De esta manera las permanentes se mantienen al paso de las eventuales y las apoyan de muy diversas maneras.
Un extraño descuido
A lo largo de los años he podido comprobar que tenemos como iglesia la tendencia a dejar de lado las actividades permanentes en beneficio de las eventuales.
Recuerdo los ciclos de conferencias evangelizadoras de otros tiempos: Cuando comenzaba el ciclo todo en la iglesia debía suspenderse: no Sociedad de Jóvenes, no Escuela Sabática, no reuniones de oración, nada que no fuera de interés inmediato para el ciclo mismo.
El ciclo podía abarcar dos o tres meses de conferencias todas las noches. Mientras duraba el ciclo, los miembros de iglesia, cuanto menos, estaban entretenidos asistiendo a las reuniones. Pero cuando el ciclo terminaba y el evangelista se iba con su tienda, sus colaboradores y sus cifras de bautismos, se producía un tremendo vacío.
El entretenimiento de las conferencias se había terminado y tanto el pastor como los miembros de iglesia se veían frente a un grupo de recién bautizados, ganados en el bullicio del ciclo y con gran expectativa, pero que carecían de experiencia de Iglesia. Se habían convertido al evangelista, al local o la carpa donde se daban las conferencias, al bullicio y a la actividad incesante en que todo se movía, pero no sabían -muchos de ellos- lo que era asistir a una iglesia más pequeña y silenciosa con un grupo menor de asistentes. Los asombrosos medios audiovisuales, la música envolvente, las partes musicales especiales, los coros y todo aquello con lo que se quería atraer más gente habían terminado y la iglesia local no poseía tales recursos. A más de eso todo estaba desbandado en la iglesia. En medio de ese vacío repentino había que reconstruir la Escuela Sabática, la Sociedad de Jóvenes, los cultos de oración y todas las otras actividades de la iglesia que habían estado dispersas e inactivas por largo tiempo. El trabajo se hacía enorme con una carga doble: reconstruir la iglesia por un lado y atender a los recién bautizados que añoraban la brillante experiencia del ciclo y miraban todo con extrañeza (Se había terminado el “show”, ahora había que ver la realidad).
No es de extrañar que habiendo pasado un año del ciclo, de todos los nuevos miembros bautizados no quedara más que el 10 o el 20%. Muchos de ellos habían sido atraídos por la excitación del momento, pero no tenían un genuina experiencia inicial de comunión con Dios.
No veo que se siga usando aquel método, sino que se insiste más en preparar el terreno mediante la actividad misionera de la iglesia durante un año entero y finalmente se presenta un ciclo de “cosecha” para ayudar a los nuevos a decidirse.
Nótese que así los interesados no pasan del ciclo a la iglesia, sino que, comenzando por la iglesia y habiendo asistido a las reuniones regulares por un tiempo, pasan al ciclo por una semana y luego continúan asistiendo a la iglesia como ya lo venían haciendo. No hay vacío ni proceso de adaptación alguno.
Los nuevos miembros, de esta manera, se integran primero a las actividades permanentes y así están mucho mejor preparados para aprovechar y disfrutar de la actividad eventual (el ciclo de cosecha).
Esto tuvo que aprenderse mediante la dura experiencia. A medida que la crisis financiera mundial fue apretando los presupuestos, aquellos grandes esfuerzos fueron más y más inaccesibles y hubo que buscar métodos menos dispendiosos de ganar almas.
Con todo, menciono este hecho para ilustrar cómo tendemos a descuidar las actividades permanentes en beneficio de lo grande, lo que llama la atención, lo espectacular. Nada de eso es imprescindible para ganar almas. Esas actividades llamativas pueden ayudar, pero en esencia, todo lo que se necesita para alcanzar a los perdidos es una Biblia y algunos folletos y, por supuesto, el funcionamiento regular y armonioso de las actividades permanentes de la iglesia.
Plan sugerente de actividad permanente para el entrenamiento de misioneros voluntarios.
1.- Tres niveles misioneros: Según la capacidad y experiencia de cada miembro, este puede considerarse como parte de uno de los siguientes tres grupos:
-Distribuidores de impresos
-Carteros misioneros
-Instructores bíblicos
Incluimos en los instructores bíblicos a los hermanos que pueden enseñar la Biblia con idoneidad y llevar un alma hasta el bautismo.
Este nivel constituye la clase más instruida en la Biblia, con experiencia en la fe y que tiene un don especial para tratar con diversas mentes y situaciones.
Para este grupo no tendremos una actividad permanente los sábados en los minutos misioneros ya que el corto tiempo de los minutos misioneros no lo permitiría. Ellos ya disponen de amplios recursos que brinda la iglesia y se los anima a asistir a seminarios, congresos y cursos especiales para ellos de parte de las instituciones superiores. También pueden presentarse clases y talleres de preparación para Instructores Bíblicos en la iglesia misma, a cargo del pastor local o de pastores invitados.
Nuestra actividad permanente de instrucción misionera de los minutos misioneros del sábado debe dirigirse a los dos niveles menores. Esto no quita que puedan prepararse actividades de instrucción e inspiración para ellos fuera de los minutos misioneros.
2.- Programa mensual:
En mi experiencia práctica me resultó apropiado tener un calendario mensual repetitivo para estos dos niveles.
Como un mes regular tiene 4 sábados, dedicaba el segundo y el tercer sábado a los Distribuidores de impresos y el cuarto del mes en curso y el primero del siguiente a los Carteros Misioneros.
Cuando había quinto sábado, lo cual ocurre generalmente cada tres meses, dedicaba el día extra -el primero del mes siguiente- para que los instructores bíblicos dieran testimonio de su trabajo misionero.
Comenzaba el ciclo mensual el segundo sábado del mes porque en ese sábado se celebraba cada mes el “Día de la Visitas”. Ese sábado era del todo especial y preparado para las visitas. También los minutos misioneros se adaptaban a las visitas y se promovía un folleto que las visitas podían llevar consigo para dar a sus amigos y allegados. Las visitas eran considerados auténticos Distribuidores de Impresos. Y puede ser muy animador para ellos el saber que se los tiene en cuenta en el servicio de Cristo.
Cada uno de los dos grupos tendría así dos sábados consecutivos. El primero de ellos dedicado a Motivación y Acción, y el segundo a Evaluación:
2do Sábado del mes:
Distribuidores de impresos.
Motivación y Acción:
El director misionero o algún otro hermano idóneo designado para ello, habiendo leído y estudiado el folleto a repartir presenta un entusiasta “relato de venta” a los miembros de iglesia. Debe “venderle” el folleto a los hermanos. Estos deben saber de qué trata el folleto y desear distribuirlo. En este relato debe resaltar los beneficios de su enseñanza y advertir acerca de las consecuencias de seguir otro curso de acción.
Como iglesia hemos perdido de vista en gran medida el valor de nuestras publicaciones cargadas con el mensaje de salvación. Debemos trabajar para revertir esta condición. Nuestra obra de publicaciones comenzó por voluntad de Dios y con su especial bendición. La apertura de la primera casa publicadora de la iglesia fue un gran acontecimiento que ayudó a esparcir el mensaje a los cuatro vientos. Hoy tenemos decenas de casas editoras esparcidas por el mundo y gran variedad de publicaciones, pero los folletos y revistas se tornan amarillos en algún armario de la iglesia donde pasan años, hasta que finalmente van a la basura.
El director misionero da alguna breve instrucción en cuanto a cómo usar el folleto.
Se pide a los todos los hermanos presentes que decidan cuántos folletos desean llevar y se les entregan rápidamente con la ayuda de ujieres.
Es muy importante llevar cuenta del total de los folletos entregados. Este recuento de cada sábado nos será útil como elemento de evaluación.
3er Sábado:
Distribuidores de impresos.
Evaluación y Motivación:
Al comenzar los 10’ misioneros se les pide a los hermanos que anoten en un trozo pequeño de papel el número de folletos que lograron repartir durante la semana. No es necesario que escriban su nombre en la hojita sino sólo el número de impresos distribuidos. En tiempos idos esto lo hacía el maestro de clase al tomar el reporte misionero de viva voz. Era un gozo reportar contactos misioneros, impresos distribuidos, horas de asistencia social, etc. Pero pasando el tiempo el espíritu misionero se fue enfriando y los hermanos tenía menos y menos que informar y se sentían molestos por esas preguntas del reporte.
Entretanto unos ayudantes suman el total de folletos distribuidos, el director misionero anima a los hermanos a dar testimonio de su trabajo. Este testimonio es muchísimo más importante de lo que muchos imaginan. El gozo de los humildes tiene el poder de llenar de gozo la iglesia entera.
Después de los testimonios el director tendrá la suma de los folletos informados y presentará este número a la congregación felicitando a los que hicieron el esfuerzo, agradeciendo a Dios por permitirles hacerlo y animarlos a hacer que ese número aumente. También debe extenderse una invitación a integrarse al grupo a los que todavía no han participado.
El director misionero puede ayudarse con algún gráfico que permita comparar los resultados de semana en semana. (En una de mis iglesias tenía un secretario misionero hábil para el dibujo que preparaba ilustraciones muy atractivas.)
4to Sábado
Carteros misioneros.
Motivación y acción:
En forma semejante a lo hecho con los folletos, se presenta un “entusiasta relato de venta” de algún nuevo curso radiopostal o de alguna lección en particular.
Sería engorroso pedirle a los hermanos que soliciten la lección o lecciones que necesitan y dárselas en los minutos misioneros. Más bien se los invita a recoger el material que necesitan al terminar el culto.
El encargado de entregar las lecciones debe llevar registro de lo que entrega. Este control tiene un función formativa. Ayuda a crear conciencia de la seriedad del programa misionero y del incalculable valor del mensaje escrito en esas lecciones.
El encargado de entregar y anotar las lecciones puede ser también el que las corrige y prepara los certificados para la “Graduación”. Esta actividad puede llegar a envolver varias personas y así constituirse en una “Filial de la Escuela Radiopostal” o en una “Escuela Bíblica Postal”. Esta escuela corregiría las pruebas escritas traídas por los Carteros Misioneros, llevaría estadísticas sencillas y aun atendería a alumnos distantes mediante el correo regular.
Con el advenimiento de la tecnología moderna de las computadoras y el Internet, este centro podría ofrecer cursos en línea.
1er Sábado de mes siguiente
Carteros Misioneros.
Evaluación y Motivación:
Reporte. Después de saludar alegre y positivamente a los presentes, distribuir unas hojitas para que los hermanos puedan presentar un informe anónimo de su actividad durante la semana. Pueden anotar el número de sus alumnos en actividad y la cantidad de lecciones distribuidas.
Tiempo de testimonios. Mientras se suman los reportes debe darse lugar para que los carteros misioneros relaten sus experiencias.
Un cartero misionero no es un misionero ocasional, sino uno que semana a semana lleva una nueva lección a una determinada persona. Esta relación cartero-interesado es una fuente inagotable de testimonios positivos. No debe perderse esta oportunidad. Los testimonios tiene un gran poder motivador.
Evaluación: Como se hizo con los distribuidores de impresos, el director misionero comenta los resultados de la estadística del día y anima a los carteros a seguir con su obra. También invita a otros a unirse a este grupo de servidores del Señor.
Las lecciones se entregarán a los carteros a la salida después del sermón y así se hará cada sábado.
Importante:
Los tres niveles no están separados ni confinados en compartimientos estancos. No haremos un censo ni mantendremos listas de miembros de cada grupo. Eventualmente un Instructor Bíblico puede actuar como Cartero Misionero y un cartero puede ser también un misionero ocasional. Aun un Distribuidor de Impresos puede eventualmente dar un estudio bíblico por la Gracia de Dios.
No debemos separar a los hermanos en grupos ni ponerles rótulo alguno. En todos los casos debemos dirigirnos a la iglesia entera. Cada uno decide personalmente el nivel en el que quiere trabajar.
3.- Material a repartir – Colaboración con otros departamentos de la iglesia.
Además de los clásicos folletos con un mensaje bíblico, hay también otros materiales que pueden ser distribuidos provenientes de los diferentes departamentos de la iglesia.
Los folletos con el mensaje deben considerarse como “recursos por defecto”, es decir, usarlos cuando no hay otro material relacionado con alguna actividad “eventual” de la iglesia.
Podrían ser también invitaciones:
-Para asistir a una inminente semana de conferencias.
-Al programa especial de Navidad o de Semana Santa.
-Del departamento de Dorcas a asistir a un curso de tejidos o de cocina vegetariana.
-A un seminario Apocalipsis.
-A un plan de cinco días para dejar de fumar.
-A un programa médico en la iglesia u otro lugar donde habría médicos y enfermeros para atender e instruir a personas respecto de la prevención del cáncer o de los trastornos cardíacos, por ejemplo.
-A una actividad especial de los Conquistadores.
Y la lista podría alargarse.
Juntamente con cada invitación, según el caso, puede incluirse algún folleto evangelizador apropiado a la ocasión.
El director misionero, en consulta con el pastor y los ancianos podría invitar al director de alguno de los departamentos de la iglesia para que presente sus plan y propósito de su actividad eventual.
Respecto de las lecciones bíblicas usadas por los Carteros Misioneros: No en todo lugar están disponibles estas lecciones. En mi país los programas “La Voz de la Esperanza” y luego “Una Luz en el Camino” ofrecían cursos bíblicos gratuitos a los oyentes. Estos respondían en gran número al punto de ser necesaria una institución para atenderlos. De esta manera se fundó la “Escuela Radiopostal”.
Dicha escuela preparaba diversos cursos de lecciones bíblicas a fin de llegar al mayor número posible de interesados: “Tesoros de Vida”, “Curso Juvenil”, “Hogar Feliz” y otros que fueron apareciendo con el tiempo. También se ofrecían libros pequeños de obsequio a los oyentes.
Pronto se vio que estas lecciones podrían ser usadas localmente llevándolas en forma personal. Así nacieron los “Carteros Misioneros” y, posteriormente, las “Filiales de la Escuela Radiopostal”.
Al venir a Canadá me sorprendí al ver que no había tales lecciones en la iglesias hispanas y que los hermanos venidos de México y América Central casi no tenían noticias de ellas.
En cada país los directores misioneros deben ver de qué disponen donde están.
La radio adventista “Nuevo Tiempo” de América del Sur ofrece cursos que pueden bajarse del Internet e imprimirse localmente, o para interactuar con los interesados. También hay otros cursos en línea que pueden usarse de manera similar.
El curso Tesoros de Vida puede encontrarse en línea en: http://vozesperanza.com/cursos/tesoros-de-vida/
El curso “Hogar Feliz” está en: https://es.scribd.com/document/252768755/Hogar-Feliz
El curso “Escrito Está” del programa del mismo nombre puede verse en: http://www.escritoesta.org/assets/2191
Investigando un poco se pueden encontrar otros cursos en línea que llevan la verdad presente.
Al referirme a estos cursos radiopostales, de pronto me siento como que he subido al ático y estoy abriendo un viejo baúl lleno de recuerdos del pasado. Me da mucha pena que, como iglesia, hayamos perdido mucho del ímpetu misionero del pasado y estos recursos estén casi olvidados.
Los carteros misioneros han traído miles de almas a los pies del Señor. Las lecciones impresas son un maravilloso recurso para hermanos misioneros que no se sienten hábiles como para dar estudios bíblicos personales, pero que tienen el amor, la simpatía y la constancia que son necesarios para realizar esta obra. No debemos echar este recurso al olvido.