Romanos 5

 

 

Romanos 5

Comentario por Carlos Perrone

Para acompañar el comentario en video en “Letras de Amor y Fe.”

Romanos 5

Reina Valera Contemporánea (RVC)

Comentarios

5 Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, En el capítulo 4 Pablo se refirió ampliamente al hecho de que Dios no espera que hagamos obras para merecer la salvación sino sólo que tengamos fe en él.El labrador que trabajó en el campo todo un día merece su jornal, porque ha hecho un trabajo que sabe hacer, que está dentro de su capacidad y que ha hecho bien.

No es así con la salvación. El trabajo necesario para salvar un alma es algo que supera absolutamente la capacidad de un hombre y de todos ellos juntos: Es algo que solamente Dios puede hacer.

Si dependiéramos de nuestras obras estaríamos perdidos. Sólo podemos recibir la salvación como un regalo de Dios. El Señor sólo espera que creamos de corazón en él y aceptemos el don que quiere darnos.

Esta imposibilidad nuestra de alcanzar la salvación por nosotros mismos nos mantiene en contradicción con Dios, por cuanto no somos capaces de guardar sus mandamientos ni de ponernos en armonía con él.

Si no tuviéramos la oferta del perdón de Dios en Cristo estaríamos perdidos en la confusión y en la desesperación.

Pero al ser justificados por la fe, nuestros pecados son perdonados y borrados por Dios sin obras de nuestra parte.

Tenemos así una gran paz interior: paz con Dios; paz con nosotros mismos y paz con nuestro prójimo.

2 por quien tenemos también, por la fe, acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios. Además, por la fe tenemos también acceso a la Gracia de Dios; esto es: al poder del Espíritu que nos da sabiduría y fuerza para andar en los caminos de la ley, en una vida totalmente renovada, inspirada en motivaciones santas que no conocíamos antes.Necesitamos mantenernos firmes en esa gracia para seguir progresando y no caer del camino de salvación.

Tenemos también esperanza de ver la gloria de Dios, cuando seamos llevados a las moradas celestiales. Nada falta a nuestro gozo –aquí y ahora– para que sea real, intenso y completo.

3 Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en los sufrimientos, porque sabemos que los sufrimientos producen resistencia, Aún algo más: tendremos que sufrir por causa de los que no creen y del enemigo de las almas. Pero aún en medio del sufrimiento hallaremos gozo en la esperanza de la gloria de Dios.Los sufrimientos por seguir a Cristo dan firmeza al carácter, haciéndolo resistente al mal y purificándolo más y más con cada lágrima en nuestras tribulaciones.
4 la resistencia produce un carácter aprobado, y el carácter aprobado produce esperanza. A medida que crecemos en Cristo, como aprobados por él, nuestra esperanza también se va tornando cada vez más firme.
5 Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. Nuestra esperanza no es vana, porque no esperamos en promesas de hombres sino de Dios.Además, el Señor nos da un anticipo de su gloria: derrama su amor en nuestras almas por medio del Espíritu Santo que nos guía a la patria celestial.

Esa presencia del Espíritu, ese vivir nuevo en amor, es algo que el mundo no puede fabricar. Es un don que sólo viene de Dios. Seguimos pisando este mundo, pero nuestro corazón late al unísono con el corazón de Dios.

Este Don es un anticipo del Cielo, es la garantía que Dios nos da del cumplimiento pleno de la esperanza que ha puesto en nosotros.

6 Porque a su debido tiempo, cuando aún éramos débiles, Cristo murió por los pecadores. Ahora Pablo inicia un argumento que reforzará nuestro entendimiento de esta garantía o anticipo: A su debido tiempo, es decir, cuando las profecías de la Escritura debían cumplirse, Cristo apareció entre los hombres como un niño nacido de mujer.

Cuando éramos débiles, esto es, cuando estábamos muertos en nuestro delitos y pecados, Cristo murió por nosotros. El Señor hizo la obra de la salvación completa cuando nosotros no sabíamos nada de él.

7 Es difícil que alguien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Mediante una comparación con el hombre Pablo resalta el hecho de que estando nosotros en nuestros pecados Jesús dio su vida por nosotros. Ciertamente el Señor Jesús obró por fe: por fe en la Palabra de su Padre, y –¡Oh misterios del amor insondable de Dios!– por fe en la respuesta positiva del hombre a su sacrificio. Esto es, fe en que los hombres llegarían a creer en él como su Salvador al contemplarle en la cruz.

Muchos fueron llamados por el Señor, pero pocos fueron escogidos por él. Esto es, sólo pudo tomar consigo los que ejercieron fe en él y aceptaron la salvación por él provista.

La respuesta de los hombres fue mezquina en comparación con la fe que el Señor tuvo en ellos al dar su vida.

8 Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
9 Con mucha más razón, ahora que ya hemos sido justificados en su sangre, seremos salvados del castigo por medio de él. Dos pasos en la salvación:Primer paso: Justificación por su sangre. Esto quiere decir: el perdón de nuestros pecados y nuestra reconciliación con él por medio de la sangre de Cristo.

Segundo paso: Salvados del castigo. Esto es, Cristo viviendo en nosotros nos lleva por un camino de santidad que nos prepara para las mansiones celestiales.

No podría haber dado el segundo paso antes del primero. El orden en que estos pasos son presentados tiene una razón. Es necesario que primero nos perdone los pecados pasados para ponernos en armonía con Dios y luego darnos su vida por medio del Espíritu.

Primero nos limpia, esta es la parte más difícil y luego nos hace morada del Espíritu. El resultado es una vida santificada.

10 Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. En el versículo 10 se refuerza el mismo argumento con otras palabras.-Reconciliados con [Dios] mediante la muerte de su Hijo. . .

-Salvos por su vida. . .

11 Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación. Y por si todo esto fuera poco, tenemos gran regocijo en la reconciliación que Dios nos ofreció por medio de Cristo.La vida cristiana no es toda lobreguez y misterio. Puede tener pruebas duras, pero conlleva un gozo profundo que se sobrepone a las pruebas más duras y nos devuelve la luz y la alegría de vivir.

La raíz de tal gozo es la fe en la reconciliación con Dios lograda por Cristo en la cruz.

12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por medio del pecado entró la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Por tanto: Esto es, en razón de lo que hemos venido diciendo. . . Pablo ahora aplica el concepto de la reconciliación a los hechos históricos y dice que el pecado entró en el mundo por un solo hombre y con el pecado entró la muerte. Adán no podía dar a sus descendientes una naturaleza mejor que la que él había adquirido al pecar: una naturaleza pecaminosa y mortal. Y esa misma condición pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron.
13 Antes de la ley ya había pecado en el mundo, aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Antes del Sinaí y de las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios ya había pecado en el mundo. Esto significa que ya existía la ley que señalaba lo bueno y lo malo. Esa ley era transmitida oralmente de una generación a otra.Las tablas fueron tan sólo una nueva edición impresa de la ley en tablas de piedra escritas por el dedo de Dios. Pero la ley misma existía desde antes.
14 No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun para aquellos que no pecaron del mismo modo que Adán, el cual es figura de aquel que había de venir. Por esa razón también existió la muerte reinó desde Adán hasta Moisés.Aun para aquellos que no pecaron del mismo modo que Adán:Adán pecó en un estado de prístina pureza, apenas salido de las manos de Dios. Sus hijos pecaron porque eran pecadores de nacimiento. Pero todos pecaron y todos murieron.

Figura de aquel que había de venir:Adán fue creado puro y santo para ser padre de una raza de seres santos y felices. Pero cayó de su pureza.

El que había de venir: Esto es: Cristo, fue creado puro para ser padre de una nueva raza de seres redimidos para que sean parte de la gran familia de Dios. Los hijos de Adán son nacidos de la “carne.” Los hijos de Dios, por medio de Jesús, son nacidos del “Espíritu.” (Juan cp. 3.)

Pablo llama a Jesús “el segundo Adán.”

15 Pero el pecado de Adán no puede compararse con el don de Dios. Pues si por el pecado de un solo hombre muchos murieron, la gracia y el don que Dios nos dio por medio de un solo hombre, Jesucristo, abundaron para el bien de muchos. Ahora Pablo comienza a comparar la obra del primer Adán con la del segundo Adán:La obra del primer Adán consistió en desobedecer y llevar pecado y muerte a toda su descendencia.

La obra del segundo Adán, el Don de Dios mediante Jesucristo, hizo que abundara la gracia para el bien de muchos.

O dicho de otra manera: el primer Adán hizo un gran desastre. El segundo Adán vino para reparar dicho desastre.

16 El don de Dios no puede compararse con el pecado de Adán, porque por un solo pecado vino la condenación, pero el don de Dios vino por muchas transgresiones para justificación. Una segunda comparación: el don de Dios con el pecado de Adán.Un solo pecado trajo condenación para muchos.

El don de Dios vino por muchas transgresiones para justificación (o reconciliación.)

17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia mediante un solo hombre, Jesucristo. Tercera comparación: la transgresión de uno solo y la justicia de un solo hombre.Adán, un ser creado, pecó y todos murieron.

Jesús, el creador del hombre, murió por la redención del hombre y todos los que reciben su gracia reinarán en vida.

Aquí se compara la pequeñez de Adán con la eminente grandeza del que lo creó. El razonamiento es: si un ser tan pequeño pudo traer la muerte a todos los seres humanos, mucho más el Creador de todas las cosas traerá gracia y justicia a los que creen en él.

18 Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno solo vino la justificación de vida a todos los hombres. Cuarta comparación:la transgresión de uno solo con la justicia de uno solo.
19 Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. Quinta comparación: la desobediencia de uno solo con la obediencia de uno solo.
20 La ley se introdujo para que abundara el pecado; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; La ley se introdujo: La ley de Dios es eterna, siempre existió. La ley se introdujo entre los israelitas en el Sinaí, escrita por el dedo de Dios en dos tablas de piedra.Fue introducida como fundamento del pacto a un pueblo embrutecido por siglos de esclavitud en medio de un contexto pagano corrompido.

Mediante esa ley, el Señor quiso enseñarles la diferencia entre lo malo y lo bueno; entre el pecado y la virtud. Diferencia ésta que habían perdido de vista en Egipto.

El pecado abundó: Es decir: el pecado se hizo más visible y se pudo ver la reacción de la mente carnal frente a la ley, que una reacción de rebeldía.

De esta manera el israelita fiel podía ver su propio pecado y notar sus tendencias internas a persistir en ellos.

Pero, al mismo tiempo, los ritos del santuario que prefiguraban la obra de Cristo le abrían una puerta de esperanza en la gracia de Dios. O dicho de otra manera: la ley lo conducía a buscar ayuda de Dios, y la hallaba en la gracia de Cristo, prefigurada en los ritos del santurario.

21 para que así como el pecado reinó para traer muerte, también la gracia reine por la justicia para darnos vida eterna mediante Jesucristo, nuestro Señor. El reinado del pecado se veía ahora seriamente amenazado por el reinado de la gracia, el cual arrebataba de sus manos las almas pecadoras y esclavas y les daba libertad y vida eterna mediante Jesucristo, nuestro Señor.Así termina el capítulo 5; con una canción de gozo exaltado por la redención que tenemos de Dios por medio de Jescuristo.

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