¡Ay, guitarra mía!

Te amé siendo muy niño

sin conocerte,

oyéndote de lejos

con sentimiento.

.

Había un piano en casa.

Mi madre lo tocaba.

Yo amaba la guitarra.

Mi madre no entendía.

.

No hubo guitarra para mí.

Mi corazón sufría.

Mirándote a lo lejos,

se me fue yendo la vida.

.

Llegó mi primer sueldo.

Lo convertí en guitarra.

Te recosté sobre mi pecho

y desde entonces fuiste mía.

.

Mi mano izquierda, sobre el mástil

marcaba escalas y armonías.

Mi mano derecha, ligera y hábil

De las cuerdas arrancaba melodías.

.

Triste y apremiado

Te vi partir un día.

Unos pesos en mis manos.

Y en mi corazón melancolía.

.

Pasaron veinte años

tantos que al recordarlo tiemblo.

No hubo guitarra para mí

todo ese tiempo.

.

Hasta que un día alguien

me prestó una ya muy vieja.

Tan altas tenía las cuerdas

que pasaba mi mano debajo de ellas.

.

Me dolían los dedos

de la mano izquierda.

Nada era fácil con ella.

Pero en mí ardía un fuego.

.

Otra guitarra llegó

por el amor de mi hermana.

Una verdadera joya

un milagro del Cielo.

.

Loco de alegría

la tocaba cada día.

Bach, Carulli, Tárrega, Sanz,

como amigos entraban y salían.

.

Se ensañó la vida con sus cargas

y aquella joya,

obra única de selecto artífice,

durmió otros veinte años.

.

Guitarra mía,

orgullo de mi vida.

Te miro y te admiro

en estos años calmos de mi retiro.

.

Aros y fondo

de palisandro de India.

Mástil de cedro, con taco y cabeza

todo de una pieza.

.

Tapa de fino abeto.

Diapasón de ébano africano.

Roseta y bordes

diseño y obra de hábil artesano.

.

Sin prisa y con ternura

te recuesto en mi regazo.

Afino tus cuerdas.

Pruebo unos acordes.

.

Con firme voluntad

me pongo a hacer los ejercicios,

siguiendo las reglas aprendidas

en los años idos.

.

Estudio mis lecciones

como un niño bueno.

“Lee mucha música,”

me decía el maestro.

.

Quiero rehacer

mi viejo repertorio

y volver a los tiempos

cuando mis dedos eran otros.

.

Pero ¡Ay!

Mi manos son

como las hojas del arce

batidas por el viento

.

Mis dedos. . .

pajaritos ciegos

que no aciertan la rama

donde posarse.

.

“Esto no es Parkinson”

dijo el neurólogo.

“Viene con la edad

Y no hay remedio.”

.

“Debe aprender

a vivir con ello,

algunas cosas que hacía

Ya no las podrá hacer.”

.

¡Ay guitarra mía!

Desde muy niño te amé.

Te anhelé toda mi vida.

Con amor indiviso te esperé.

.

Tú estás aquí, fiel,

aguardándome.

Yo, jubilado y sin premura

estoy todo para ti

.

Tú, con riquísima voz

madurada con los años.

Yo, con amor acumulado

y el propósito más serio.

.

Tú, lista para las manos

de un gran maestro.

Yo, con mis dedos temblorosos

y mi corazón deshecho.

_________________

Letras de Amor y Fe necesita de tu ayuda para poder continuar ayudando. Considera una modesta ofrenda para el sostén de este ministerio.

Puedes enviar tu donativo usando de tu tarjeta de crédito en mi cuenta de PayPal. 

Enlace:

 https://www.paypal.com/cgi-bin/webscr?cmd=_s-xclick&hosted_button_id=NYSUJZ35DEHVC

¡Muchas gracias!

 

1 thought on “¡Ay, guitarra mía!

Leave a comment