Capítulo 1
“Si bien el periódico trimestral y los congresos campestres eran valiosos en cuanto a mantener a los adventistas de séptimo día establecidos en su fe, había necesidad de un método más constante de adoctrinamiento, especialmente para los jóvenes. Éste fue provisto por la Escuela Sabática.
“El uso de la Escuela Dominical para dar instrucción religiosa a los niños se remonta a Martín Lutero y Juan Knox. En los Estados Unidos los Bautistas del Séptimo Día de Ephrata, Pennsylvania, habían comenzado con escuelas sabáticas ya en 1739. Esa Escuela Sabática introdujo el plan de usar pequeñas tarjetas con versículos bíblicos impresos como parte de su instrucción semanal.
“Unos cuarenta años más tarde Robert Raikes dio comienzo al movimiento moderno de la Escuela Dominical en Inglaterra, entre los niños explotados durante toda la semana en las fábricas del país. Su meta era enseñarles nociones básicas de lectura y escritura juntamente con los elementos del cristianismo.
“Como lo hiciera con tantas otras cosas, fue Jaime White quien dio el primer empuje a la Escuela Sabática entre los Adventistas del Séptimo Día. Su preocupación por los hijos de los creyentes lo llevó a lanzar “El Instructor de la Juventud” (The Youth’s Instructor) en 1852. Uno de los principales ingredientes de este periódico fue una serie de lecciones para la Escuela Sabática.
Jaime fue un ejemplo para otras compañías de adventistas observadoras del sábado, al comenzar una Escuela Sabática en Rochester en 1853. John Byington muy pronto lo siguió en Buck’s Bride y Merritt Kellogg en Battle Creek. (Flora Plummer, Early History of the Seventh-day Adventist Sabbath School Work (c 1910), pp. 3-7. Traducción: C. Perrone. Citado en: http://www.covenantforum.com/discus/messages/584/1603.html.)
La Escuela Sabática en sus comienzos, estaba planeada para atender las necesidades espirituales de jóvenes y niños. Su éxito fue inmediato. Alentados por este buen suceso inicial, muy pronto se pensó en extenderla también a los adultos. Como éstos eran muchos más en número que los niños y jóvenes se los dividió en clases de hasta diez o doce alumnos con un maestro para cada clase.
El Señor inspiró a su sierva para que escribiera una cantidad de artículos instructivos que fueron la guía que siguieron los pioneros para desarrollar continuamente la Escuela Sabática hasta el completo y complejo grado de desarrollo que tiene hoy.
Muy pronto se vio que la Escuela Sabática podía ser, además de una escuela para enseñar la Biblia, un gran campo misionero y un lugar propicio para preparar obreros cristianos. De allí que el departamento de Actividad Misionera se uniera a la Escuela Sabática para una labor conjunta.
También notaron que era una forma más personalizada para trabajar por la gente, enseñándoles mejor y alentándolos en la fe cuando, a causa del desánimo, dejaban de asistir. Lo que no es posible en un grupo grande, es fácil de hacer en un grupo pequeño donde todos se conocen y velan el uno por el otro.
Se pensó también que las clases podrían llevarse más allá de los muros de la iglesia a las casas de sus alumnos. Ese arreglo hacía más accesible la asistencia a las personas nuevas. Podían celebrarse en cualquier día de la semana y a la hora que más conviniese a todos. Así nacieron las clases filiales, las cuales con algunas variantes se conocen ahora como grupos pequeños.
Algunos miembros de la iglesia o interesados no podían llegar a la iglesia para participar de la reunión principal de la Escuela Sabática, por causa de enfermedad u otros impedimentos, entonces los miembros de su clase y otros iban a la casa del enfermo llevándole el estudio de la semana. Así nació la División de Extensión.
Maestras de niños que habían tenido sus clases por la mañana del sábado, se movían por la tarde con todos sus materiales a alguna casa de familia donde tenían una filial infantil con todos los niños del barrio.
Así entendida y practicada la Escuela Sabática es una empresa ganadora de almas llena de vida y de entusiasmo. Era también un gran almácigo de obreros que hacían sus primeras armas en la Escuela Sabática y buscaban luego preparación más elevada en cursos y esfuerzos especiales y llegaban a ser instructores bíblicos y predicadores; columnas de la iglesia.
En las clases del sábado de mañana se pasaba lista y se llevaba un registro misionero donde se anotaban los esfuerzos hechos por los hermanos durante la semana. Una compilación de estos registros se enviaba en un reporte trimestral al Departamento de Escuela Sabática de la asociación local. Y en la asociación local había un director de campo de la Escuela Sabática y armarios llenos de publicaciones diversas y manuales con los que se abastecían las escuelas sabáticas de las iglesias. El director de Escuela Sabática del campo local viajaba continuamente de iglesia en iglesia instruyendo y animando las escuelas sabáticas locales.
Yo vi y viví todas estas maravillas que ahora son sólo historia en muchas iglesias de países desarrollados o en vías de desarrollo. Las cosas han cambiado para mal. Lo que antes era una reunión llena de interés y de vida se ha transformado en un “programa de entretenimiento para los nostálgicos que siguen viniendo temprano.” Las nuevas generaciones no saben de filiales ni de obra misionera. Muy pocos asisten a la Escuela Sabática. La mayoría viene para el sermón (solemos llamarlos “adventistas de misa de once.”)
Por décadas era común que una iglesia de 100 miembros tuviera una nómina de 120 o 130 alumnos en la Escuela Sabática. Se consideraba que el número mayor de la Escuela Sabática se debía a que en él se contaban los niños no bautizados, los interesados y las visitas. Y esto a pesar de que algunos miembros bautizados no asistían todos los sábados. ¿Cómo saldría la cuenta en estos días en muchas de nuestras iglesias?
No debemos aferrarnos a formas. Es probable que el modo de hacer las cosas con mucho éxito en el pasado no sea exitoso en el presente. No estoy sugiriendo que volvamos a meras formas. Algunas podrían ser obsoletas hoy. Nuevas formas podrían inventarse con el uso de una tecnología de comunicaciones que en aquellos tiempos no existía. La virtud no está en las formas sino en los principios. Las formas envejecen y se tornan obsoletas. Los principios son eternos.
Vayamos entonces a los principios que dieron origen a la Escuela Sabática. Estudiemos cuidadosamente sus bases y alcances. Entonces vayamos ajustando las formas a los tiempos en que vivimos. De esta manera facilitaremos la participación de un mayor número de personas y su influencia no tardará en dar frutos.
Ampliaremos un poco los tres elementos vitales que mencionamos muy sucintamente en la introducción
- Fortalecer los pilares de la fe.
Estos pilares son tres:
–El estudio de la Palabra de Dios (Conocer más a Dios.)
–La oración (Vivir en comunión con Dios.)
–La obediencia y el servicio (Servir a Dios, obedeciéndole y bendiciendo a otros.)
¿Que podría definir más a un siervo de Dios que estas tres características en su vida? El problema actual de la iglesia estriba en que estos tres pilares están muy bajos y soy muy débiles.
El Espíritu Santo nos llama de continuo y quiere guiarnos a toda verdad. Su acción en nosotros será la mejor ayuda para que los pilares de la fe sean fortalecidos. No es nuestra la obra, sino de Dios. Y es la recepción del Espíritu de Dios lo que nos dará entendimiento y poder para lograr, en el nombre de Cristo, una poderosa revitalización de la Escuela Sabática y de nuestra vida toda.
2.Tener siempre presente que el Señor viene pronto.
Vivir esta promesa y prepararnos diligentemente para ese Día. Vivimos en un tiempo de tensión e inestabilidad previo a la gran batalla del Armagedón, tenemos un mensaje definido de Dios, cortado a la medida de la hora en que vivimos y habremos de enfrentar tiempos de angustia cuales nunca han sido antes ni serán después.
No tenemos toda la eternidad para cumplir con nuestra misión. Cada minuto es importante. Debemos redimir el tiempo y actuar con presteza.
También es necesario trabajar con orden y persistencia si deseamos lograr algo, de allí el tercer elemento:
3. Establecer un orden administrativo que asegure estabilidad y actividad permanente.
Estas características sólo pueden lograrse cuando se siguen en forma ordenada y constante los tres fundamentos del éxito de toda empresa:
–Motivación
–Acción
–Evaluación
Nadie hace nada a menos que esté motivado. El que está motivado necesita un plan de acción y elementos instrumentales para dar cuerpo a su motivación. El que está motivado y actúa necesita establecer ciertos parámetros y llevar ciertos registros que le permitan evaluar el provecho de su trabajo. Si falta uno de estos tres fundamentos su empresa tiene el fracaso asegurado.
Muchos dan la Escuela Sabática por sentada y no se les ocurre pensar que necesita motivación, acción y evaluación. No piensan que es una empresa que debe alcanzar el éxito. De allí que se torne un rutina fría y sin vida. De esta manera, en lugar de crecer en número y en diversidad de ministerios la Escuela Sabática se va encogiendo y secando hasta convertirse en una momia: tiene forma humana pero carece de vida.
–Las Escuelas Sabáticas locales deberían asociarse por áreas con el fin de ayudarse mutuamente. En una asociación hay muchas escuelas sabáticas que supuestamente dependen del Departamento de Escuela Sabática de la Asociación. Este esquema tiene falencias que podrían superarse sin aumentar los gastos ni el personal.
-Por lo general el número de escuelas sabáticas en una asociación es demasiado grande para que una sola persona pueda velar por todas ellas. Además, las escuelas sabáticas locales son como islas, totalmente separadas unas de otras. Por lo general no hay entre ellas ningún tipo de intercambio en pro de un enriquecimiento mutuo. En esto hay que implementar el plan de Jetro. Las escuelas sabáticas deberían asociarse por áreas y tener reuniones periódicas de instrucción y planeamiento conjunto como también pronto acceso a los materiales más importantes.
-El Director de Escuela Sabática de la asociación local debería tener reuniones periódicas con los directores de las sociedades locales con fines de intercambio de planes e ideas y de unidad de criterios y procedimientos.
-Debería considerarse el cargo de Director de E. S. de campo como una vocación especial y los hombres y mujeres que han dado muestras de conocimiento y habilidad en el gobierno de la Escuela Sabática deberían ser reservados para esta ocupación. No es obligatorio poner al frente de departamento a un pastor ordenado. Es muy posible que un hombre o una mujer hábiles en educación harían un mejor trabajo. Con frecuencia se nombran como directores de este departamento vital a hombres que nunca han manifestado un interés especial en esta área educativa de la iglesia y que carecen de condiciones para ese cargo. En algunos casos se queda uno con la impresión de que la iglesia y los administradores no tienen un interés definido en la Escuela Sabática misma y eligen a un hombre por razones ajenas a sus intereses específicos.
-El Director de Escuela Sabática del campo no debería ser cargado con otras ocupaciones. Las escuelas sabáticas de las iglesias demandarán todo su esfuerzo y más.
-Por último, no debería esperarse que el pastor de la iglesia local tenga a su cargo la dirección o supervisión de la Escuela Sabática. El pastor local ya tiene bastante con su actividad pastoral y evangelizadora como para ocuparse de una empresa que los miembros de iglesia pueden llevar adelante con éxito y gran entusiasmo.
-Deberían celebrarse congresos laicos de Escuela Sabática y Ministerios Personales. En tales congresos debería brindarse instrucción oportuna e incentivarse el intercambio de testimonios misioneros de las diferentes escuelas sabáticas locales. Estos testimonios despertarían los talentos dormidos y el gozo de trabajar para Cristo.
-Ministros, profesores y miembros de iglesia entendidos en el arte y la ciencia de la Escuela Sabática deberían ser invitados a presentar temas instructivos y seminarios en las iglesias locales y en los congresos. Aprovechando la tecnología moderna de las comunicaciones, sus temas deberían difundirse vía Internet para que muchos puedan beneficiarse con ellos.
Recordemos siempre que el objetivo de todo este trabajo NO ES perfeccionar una maquinaria, sino despertar el ánimo adormecido de la iglesia. Todo debe comenzar por una entrega personal, individual al Señor por parte de cada obrero de la Escuela Sabática. Algún orden sencillo es necesario para lograr coordinación y acción intensa y continua. Pero a la base de todo está la cercanía que cada uno de los servidores tenga con el Señor.