El arte como actividad humana:
El arte es una actividad humana fundamental juntamente con la ciencia y la tecnología.
La Ciencia es el conocimiento de todo lo creado desde un punto de vista exacto que incluye contar, medir y comparar, a fin de hallar las leyes matemáticas y físico-químicas que rigen los diferentes procesos naturales .
La Ciencia se remite a los hechos observables y repetibles de manera objetiva, sin permitir que la subjetividad humana condicione los resultados.
La Tecnología es la aplicación práctica de los conocimientos y leyes hallados por la ciencia para crear procesos y dispositivos que faciliten al hombre el satisfacer sus necesidades físicas; mentales y espirituales.
El arte es la expresión de emociones y estados de ánimo de una manera en que puedan ser percibidos por el observador, y que no pueden definirse con números ni argumentos lógicos.
El arte se diferencia de la ciencia en que es fundamentalmente subjetivo. No cuenta, ni mide, ni compara. Observa la manera como unas cosas se relacionan con otras y de esa manera influyen sobre las emociones del hombre.
El arte se diferencia de la tecnología en que no usa de la ciencia, sino de impresiones subjetivas y produce obras que no tienen como propósito resolver problemas prácticos sino transmitir emociones.
La Ciencia cuenta, mide y compara.
La Tecnología produce, edifica, construye.
El Arte observa, interpreta, comparte.
Estas tres categorías de la actividad humana están presentes en todo lo que el hombre produce. La tecnología puede crear un dispositivo para facilitar la vida del hombre. Para ello usa de la ciencia y el dispositivo mismo está diseñado con arte. Además de ser útil, debe ser también bello.
El hombre y las emociones
Las emociones son parte fundamental de la naturaleza humana. Sin ellas no viviríamos en absoluto; sólo nos moveríamos como autómatas. Perderíamos todo sentido del tiempo y del espacio; de nuestra individualidad y de la presencia de los demás. Nada nos llegaría al corazón y nada saldría del corazón.
Sin las emociones nada sería corto y nada sería largo; nunca estaríamos solos ni tampoco acompañados. Seríamos incapaces de percibir el amor y no conoceríamos el odio. No experimentaríamos la nostalgia de la ausencia ni la alegría del reencuentro. No conoceríamos la esperanza ni la desesperación, la confianza ni la desconfianza, la alegría ni el dolor.
Las computadoras no ríen ni lloran; no alientan esperanzas ni se desesperan; no se hacen de amigos ni de enemigos.
La vida del hombre, con todos sus elementos, se forma alrededor de sus emociones personales y únicas. Son las emociones, y no los conceptos, lo que da contenido a la vida.
La Naturaleza y las Emociones Humanas
La naturaleza misma produce en nosotros emociones de las más diversas. Unas son sublimes; otras aterradoras. Su intensidad y alcance hacen palidecer las producidas por las obras más grandes del espíritu humano.
Se ha dicho que los riquísimos mantos y joyas de Salomón no tienen punto de comparación con el vestido sencillo de un lirio del campo que hoy es, y mañana es arrojado al fuego. Ningún lienzo ha sido capaz de captar toda la fiereza del huracán ni el brillo del rocío al amanecer.
Me asomo a la ventana y veo cerca de mi casa una línea de arces enormes y majestuosos. Salgo al patio y contemplo la elevada simetría de los tres pinos que tengo allí; la copa amplia del nogal que está al fondo y la belleza muy particular de un árbol que está al frente, con unas grandes hojas acorazonadas y unas largas vainas como fruto. Hay cientos de árboles en el parque que rodea mi casa.
Mi perrita, que duerme a mis pies me mira con confianza y cariño. Sus ojos tiernos son piezas del arte más exquisito, verdaderas joyas vivientes no hechas por mano humana.
A veces ruge el vendaval, relámpagos cruzan el cielo plomizo y el trueno aturde. En verano el sol deja caer su fuego y las piedras queman. En invierno los días se acortan y el aire se torna muy frío. El paisaje se cubre de nieve. Las noches son largas y solitarias.
La naturaleza despierta todo tipo de emociones dentro de nosotros. Las flores nos alegran en primavera y en otoño los árboles sin hojas nos dejan un toque de melancolía.
El arte se relaciona directamente con nuestras emociones.
Todo Genera Emociones en el Hombre
Hagamos una prueba:
Lee las palabras de la siguiente lista y observa el tipo de emociones que cada una te produce:
Personas | Cosas y Acciones |
1. Chopin
2. Van Gogh 3. albañil 4. ruso 5. marino 6 .Vivaldi 7. Papá 8. Mandela 9. José 10. abogado 11. niña 12. Hitler |
13. Nadar
14. avión 15. reloj 16. olla 17. computadora 18. lavarropas 19. supermercado 20. fuego 21. aceite 22. madera 23. electricidad 24. deudas |
Todo lo que vemos, tocamos y oímos, ya se trate de personas, cosas, acciones o cualidades produce una respuesta emotiva diferente. Dicha respuesta es personal. Cada uno siente algo diferente respecto de las mismas cosas. Aun una misma persona, en circunstancias diferentes, puede dar respuestas diferentes ante un mismo objeto o acción. Si tiene hambre y alguien le presenta alimento, sentirá fuertes deseos de comer de él. Luego, habiendo comido, ciertamente responderá en manera muy diferente.
Las notas musicales tienen efectos marcadamente diferentes en nuestras emociones al ser combinadas de maneras diversas. Si has estudiado música, esto te resultará muy claro. Si no has estudiado música pero tienes acceso a un piano, haz la siguiente prueba: baja al mismo tiempo tres teclas contiguas. Seguramente notarás que la sensación auditiva no es agradable. Se trata de una combinación disonante.
Ahora toca a una vez tres teclas separadas entre sí por una tecla, esto es: Toca una con el pulgar de la mano derecha; saltea la segunda y toca la tercera con el índice; saltea la cuarta y toca la quita con el dedo mayor. Al tocarlas juntas notarás un sonido lleno y agradable al oído. En términos musicales, tal combinación de notas se llama acorde consonante.
Los colores también influyen notablemente en nuestro ánimo. Imagina que llegas a tu cuarto y encuentras que en tu ausencia lo han vuelto a pintar. El color de las paredes es rojo oscuro y el de techo, negro carbón. ¿Qué respuesta emotiva te produciría tal combinación? ¿Te ayudarían a dormir bien esos colores?
Toda acción humana tiene su efecto en nuestro ánimo ¿Qué si estás en la azotea de un edificio de veinte pisos y ves que un hombre se para sobre el borde de la baranda con las puntas de los pies sobre el vacío?
¿Qué tienen de especial para ti una parada militar, una función de valet o una exhibición de malabarismo?
Veamos la definición de arte que da la Real Academia Española:
Arte: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. (Diccionario de la RAE).
Esta definición académica es amplia e inclusiva. Y es correcto que así sea. Es una declaración breve y muy elocuente; tanto por lo que dice como por lo que no dice.
Veamos en primer lugar lo que no dice:
No dice que el arte es bueno ni que es malo.
El arte puede hacerse partiendo de diversos motivos, los cuales pueden ser buenos o malos, constructivos o destructivos, morales o inmorales. El arte puede ser usado tanto para el bien como para el mal.
No nos dice tampoco si es bello o grotesco
Puede hacerse arte con todo lo feo, tétrico, horrible que hay en el mundo. Puede tratarse de una pintura siniestra, de una música tenebrosa y asfixiante o de un poema aterrador, y todavía ser arte.
También el arte puede ser la expresión de todo lo bello y amable de la creación.
No aclara si es verdadero o falso.
La mentira y la falsedad son artes en sí mismas. Se usa el arte para distorsionar la verdad y cambiarle el color a la mentira. Mediante él se une lo falso a lo verdadero con lazos emotivos e imágenes agradables que conducen a creer que lo falso es verdadero y que el veneno mortal es muy apetecible.
Veamos ahora lo que sí dice:
Mediante el arte se interpreta lo real.
¿Qué es lo que el artista interpreta?
La interpretación que el artista hace de las cosas reales o imaginadas, no se basa en el peso, las dimensiones, el material del que están hechas o el color de ellas, sino en el efecto emocional que esas cosas inducen en su propia alma humana.
Mediante el arte se plasma lo imaginado
Motivado por lo que ve, oye y experimenta, el artista puede concebir imágenes que despierten en él ciertas emociones. Luego transmite esas impresiones mediante el sonido, la palabra o la forma.
Lo interesante de esto es que el observador percibe las emociones y las relaciona con sus propias experiencias que pueden ser muy diferentes de las que movieron al artista. De esta manera se produce una identificación artista-observador aun cuando cada uno la relaciona con hechos diferentes.
Origen del Arte
El arte proviene de Dios, el Creador de todas las cosas. Sólo la mente y la mano de un artista maestro podría haber hecho todo lo que vemos con semejante riqueza artística manifestada en el cielo y en la tierra. Sólo El podría haber hecho tan bella la sonrisa de un niño; tan conmovedor el llanto de una madre; tan profundo el hablar de un anciano.
Acerca de la obra de la creación dice la Escritura: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. (Génesis 1: 31).
Toda la creación en su perfección y belleza alaba la grandeza de Dios:
“Alabad a Jehová desde los cielos;
Alabadle en las alturas.
Alabadle, vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
Alabadle, sol y luna;
Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
Alabadle, cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre los cielos.
Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados”. (Salmo 148: 1-5).
Su creación está llena de belleza y arte divino:
“Alabad a Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia de su firmamento”. (Salmo 150: 1).
“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
“Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Salmo 8: 3, 4).
Dios puso en el corazón del hombre el sentido de la belleza.
El arte con que Dios hizo las cosas está lleno de espíritu de vida. Podemos imaginar al Creador diseñando –con una sonrisa– cada flor, cada ave, cada árbol, cada animal del campo, cada parte del maravilloso cuerpo humano.
Toda persona sensible a las cosas del espíritu reconocerá y apreciará hondamente el bello arte desplegado por Dios en la creación.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Originalmente el hombre estaba dotado de una sensibilidad artística semejante a la de Dios. A semejanza de su creador, el hombre puede tomar elementos de la creación y con ellos crear obras bellas que se sumen a la belleza existente. Estas serían obras de Dios a través del hombre.
La entrada del pecado en el mundo malogró en extenso grado la belleza original de la creación. Pero no pudo borrar completamente la imagen del creador en la naturaleza ni en el alma de los hombres. Aun cuando trajo como consecuencia el dolor y la muerte, todavía podemos ver que las espinas se cubren de rosas y los campos en invierno se visten de nieve.
La Biblia relata muchos fracasos de los hijos de Dios y describe la corrupción en la que cayó la humanidad. En las páginas sagradas encontramos relatos de atrocidades y crímenes; de guerras, derramamientos de sangre y actos de crueldad. No faltan los que señalan esas historias como dañinas para los niños, los jóvenes y los adultos. Los que así opinan sólo están dando a conocer su ignorancia de las Escrituras. Los relatos dramáticos escritos por los santos profetas no son otra cosa que avisos fervientes de un Dios amante que trata de salvar a sus hijos de la destrucción. Quiere que aprendamos de la experiencia ajena. Tras tales imágenes puede verse la mano del amor infinito tratando de alcanzar a sus hijos perdidos.
La imagen de la cruz del Calvario con el cuerpo sin vida, herido y sangrante de Cristo y las espesas tinieblas que cubrieron la tierra, puede parecer macabra al incrédulo, pero los hijos de Dios ven en ella la manifestación más impresionante de un amor que estuvo escondido desde las edades eternas en el corazón de Dios y que con la muerte de Cristo fue hecho visible al hombre.
¿De qué está hecho el arte?
Para que pueda crearse una obra de arte deben unirse tres factores esenciales:
1. La Inspiración: La “chispa” artística se enciende cuando aquel mensaje profundo e inexpresable en el interior del artista se encuentra con imágenes visibles o imaginables por medio de las cuales puede expresarlo. Ciertamente, puede usar palabras como medio de expresión. Pero no son las palabras solas las que transmiten aquella emoción, sino las imágenes evocadas en el texto.
2. Un Medio de expresión: El músico necesitará de un instrumento o un conjunto de ellos: el escritor se valdrá de las palabras; el pintor necesitará lienzo, colores, pinceles; el escultor buscará un trozo de mármol o una cantidad de arcilla moldeable; y así podríamos enunciar los elementos requeridos por las más diversas formas del arte.
3. La Técnica, es decir la habilidad que le permita usar de los medios propios de su arte para realizar su obra. Todas las artes requieren estudio y mucha práctica si han de ser desarrolladas con riqueza expresiva.
La Inspiración
En la inspiración artística operan dos factores fundamentales: La sensibilidad espiritual y emocional del artista por un lado y los objetos o acciones reales o imaginarios que contempla por el otro.
No existe arte en el vacío. Toda obra de arte se refiere a algo que está en algún lugar: en la realidad exterior o en la imaginación interior.
También el arte conlleva una intención: la de producir emociones en el observador. Tales impresiones pueden ser sublimes y elevadas, o pueden estimular en él las bajas pasiones y los deseos de la carne.
Jesucristo dijo “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca”. ( Lucas 6:45).
Todo ser humano tiene su parte buena y su parte mala. Pero el hombre malo trata de exponer su parte mala y el hombre bueno su parte buena.
Notemos cómo lo bueno y lo malo batallan en el corazón del hombre:
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”. (Romanos 7:15-24).
Notemos que Pablo hace clara diferencia entre dos tendencias opuestas que operan en su vida: “El hombre interior” que desea hacer el bien, y la “carne” con sus deseos corruptos que lo incita continuamente al mal; la “ley de su mente” y la “ley del pecado que está en sus miembros”.
Esta bipolaridad de la naturaleza humana caída nos ayuda a entender las diferencias tan dispares que existen entre los campos en los que cada artista fija su atención y busca inspiración. Los que fijan su atención en las cosas de la carne, sólo expresarán emociones sensuales, ira, resentimiento y todo lo que proviene de su naturaleza carnal. El que busca las cosas del espíritu en su “hombre interior” expresará el amor de Dios.
Arte y belleza
¿Qué es la belleza? Es una cualidad de ciertos objetos o hechos de la naturaleza o del hombre capaces de provocar una respuesta positiva y grata en el observador. La contemplación de la belleza alegra el corazón y eleva el espíritu.
Notemos cómo la Real Academia Española define el adjetivo “bello”: “Que por la perfección de sus formas, complace a la vista y al oído y, por extensión, al espíritu”.
¿Qué es bello y qué no lo es? Ciertamente lo que es bello para unos puede ser feo para otros. Una misma persona puede hallar belleza en algo y pasado un tiempo ver como muy feo lo que antes le parecía bello. La apreciación de ciertas formas de belleza puede requerir del observador un esfuerzo durante cierto tiempo a fin de percibir lo que antes era incapaz de ver.
Es un hecho que las personas más educadas y cultas tienen una capacidad mucho mayor de apreciar la belleza en más formas de arte que una persona que no ha tenido privilegios educativos. El iletrado no puede ver más allá de lo que alcanza su vista en la rutina diaria. El culto ve el mundo desde un alto mirador. Llega a comprender la idiosincrasia de los más diversos grupos humanos, de cerca y de lejos, y de esa manera entender y apreciar su arte.
Hay también personas dotadas, por la naturaleza, de una sensibilidad especial para captar la belleza en las formas más diversas de expresión.
Por definición, el arte no es necesariamente bello. Puede ser algo horroroso y todavía ser arte. La diferencia está en la fuente de inspiración de la que bebe el artista.
El arte carnal:
“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. (Gálatas 5: 19-21).
Todas las obras de la carne son destructivas del ser humano. Cultivar tales obras equivale a suicidarse. En la mente carnal la satisfacción de los deseos de la carne es por lejos más importante que la vida misma. El hombre carnal ama la muerte y por eso se quita la vida de diversas maneras: Alcohol, drogas, tabaco, glotonerías, excesos de toda clase, envenenamiento, un tiro de pistola, un lazo al cuello o cualquier otra forma de suicidio.
Las obras del artista carnal exponen de una u otra manera, ese amor a la muerte. Si su arte es el de entretener al público coqueteará con la muerte o irá destruyendo de a poco su cuerpo y su mente a fin de atraer la atención de la gente que lo observa. Para muchos la muerte de seres humanos es un espectáculo emocionante. Se gozan viendo cómo el toro acornea a torero o cómo el luchador cae de cabeza y se desnuca sobre el cuadrilátero. Estas son formas de arte suicida, producto de la pasión carnal. La gente paga para ver cómo los artistas mueren ante su vista y no faltan hombres y mujeres dispuestos a ser actores en tales maneras de arte.
Hay formas elaboradas y depuradas de buscar inspiración en la carne que aparentan no manifestar las obras nefastas que menciona Pablo. Estas formas enseñan que hay que abstraerse de todo lo exterior y de toda creencia en un ser superior, de todo tipo de valores morales y sumirse dentro de uno mismo en busca de un “dios” que supuestamente llevamos dentro. En esa búsqueda que consiste en dejar la mente en un vacío total, nos encontraríamos –según dicen– con la esencia de nuestro ser y nos pondríamos en contacto con la sabiduría universal de la cual obtendríamos abundancia de inspiración artística.
Este tipo de práctica es de origen pagano y está en absoluta oposición a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Al dejar la mente en un total vacío, del cual el Espíritu de Dios ha sido decididamente expulsado, otro poder viene a llenar ese vacío. No habiendo oposición, y estando la mente con todas sus puertas y ventanas abiertas de par en par, un demonio entra con gran soltura para tomar posesión de ella.
El artista que busca este tipo de inspiración puede crear obras asombrosas que conmuevan al mundo. Puede llegar a hacer fortunas con su arte. Pero no es más que un miserable esclavo de Satanás. Termina gimiendo sin esperanza en una cárcel espiritual de la que no puede salir. Es común que estos artistas acaben sus días en suicidio. Esta fuente de inspiración sólo produce obras que pueden deslumbrar los sentidos en un primer momento, pero que más allá de su apariencia deslumbrante son siniestras, desoladas, áridas, faltas de toda esperanza, deprimentes.
Personas volcadas a la complacencia de los apetitos y las pasiones de su propia naturaleza carnal hallarán belleza en todo lo que evoque la muerte. Hoy en día es común ver por todas partes imágenes de muerte usadas como adornos: calaveras; esqueletos; monstruos; rostros llenos de ira, brutalidad y violencia; objetos que parecen provenir de la cueva de alguna bruja.
Esto parece haberlo invadido todo. Aun los juguetes infantiles se han tornado imágenes de muerte: Feroces dinosaurios; monstruos; guerreros con expresión despiadada; pistolas; metralletas; aviones de guerra y mil cosas más. Los juegos digitales más famosos usados generalmente por los adolescentes, siguen esa misma tendencia de violencia y muerte. Mucha de la música que fascina a tantos jóvenes procede directamente de los demonios.
Películas cinematográficas presentan escenas de guerra en las que se mezclan guerreros ataviados con armaduras medievales, mugrientos, repugnantes, con armas mortíferas de la más alta tecnología. Dominados por una sed de sangre gratuita y destrozándose unos a otros en luchas que no tienen pies ni cabeza, tales personajes de ficción logran atraer y seducir a personas de toda edad. Otras presentan escenas de brujería y satanismo como si fueran cosas corrientes de todos los días. Muestran a los demonios como si fueran nuestros mejores amigos. También la belleza del cuerpo humano es explotada por la pornografía con fines de lucro y de muerte.
Todas estas manifestaciones mencionadas y muchas más no proceden de Dios, sino de Satanás y son instrumentos para pervertir y destruir la raza humana.
Satanás no es el creador del arte pero lo usa con mucho éxito para engañar y perder las almas.
El arte espiritual
El artista espiritual lo observa todo, exterior o interior, desde las elevadas facultades de su ser. Es objetivo y subjetivo a la vez. Objetivo en tanto considera las cosas que ve o percibe como hechos u objetos reales. Subjetivo por cuanto su sensibilidad responde a tales hechos reales con los más variados estados de ánimo.
Se ve a sí mismo como un cántaro que no está totalmente lleno de agua. Piensa que ha venido al mundo como una página en blanco sobre la cual se escribe cada día. Se siente parte y producto de su entorno y de su tiempo. Percibe dentro de sí dos naturalezas en conflicto. Por un lado su naturaleza carnal heredada de sus padres con sus flaquezas y tendencias. Por el otro lado su ser interior lleno de anhelos de superación; sentido de la excelencia y de la justicia; valores morales y espirituales; amor al prójimo.
La atención de este artista se mueve naturalmente hacia Dios por la fe. Siente su pequeñez como ser humano caído y busca salvación en la gracia de Dios. Sus obras llevan ánimo y esperanza a los desesperados; alumbran con una luz que proviene del cielo. Así como la Biblia, sus obras pueden reflejan muy variados y contrastantes estados de ánimo: el gozo exaltado y el dolor más intenso; las tinieblas del Calvario y la luz radiante de la resurrección; su condición miserable y desvalida y la vida pura y gloriosa de Jesucristo. La vida en todas sus facetas está representada en sus obras. Pero aun en el dramatismo más intenso dejará ver la luz de la esperanza.
El arte que agrada a Dios
No todo el arte que supuestamente se hace para Dios, o en su nombre, cuenta con la aprobación del Altísimo. Son muchas las obras musicales, literarias, pictóricas o escultóricas del arte religioso que no transmiten el verdadero mensaje de Dios. Algunas de estas obras sugieren enseñanzas contrarias a las sencillas doctrinas de la Palabra de Dios. Unas promueven la idolatría; otras tienden a quitar de Dios los ojos del creyente para ponerlos sobre seres humanos mortales. No faltan las que desfiguran completamente el carácter del Creador amante y lo representan como un juez severo e inflexible.
En estos tiempos del cine y la televisión se han filmado películas sobre historias de la Biblia que tuercen el sentido de las claras palabras de las Escrituras y presentan imágenes pervertidas de los personales bíblicos y aún de Nuestro Señor Jesucristo.
El Señor nos invita a cultivar el arte; ya sea como el que lo produce o como el que lo contempla. Por medio del arte podemos iluminar el espíritu de nuestros semejantes y atraerlos hacia Cristo y la salvación. Muchos deben sus comienzos en la fe a un canto que atrajo su atención por su belleza musical y por el mensaje de su letra. Una pintura que recrea fielmente un escena bíblica puede generar en la mente de un observador errante una corriente positiva de pensamientos que lo lleven de regreso a Dios. En toda forma de arte pueden expresarse emociones y pensamientos que redunden en la salvación de muchas almas.
El Señor quiere que amemos el arte que viene de él: bello, puro y santo. Está muy bien que animemos a nuestros hijos a estudiar música, por cuanto es la forma de arte más usada en nuestro culto religioso. La literatura y la poesía son medios poderosos para difundir el mensaje. La predicación y el trato con las almas, que envuelven el conocimiento de la mente humana son manifestaciones artísticas de primera línea y de gran utilidad para alcanzar a los perdidos y para edificar la iglesia. A estas artes podríamos añadir el dibujo, la pintura, la fotografía, la arquitectura, la escultura, y la lista podría ser muy larga. Hay mil maneras en las que el arte puede utilizarse para iluminar a los que andan en tinieblas.
El artista cristiano lo tiene todo a la mano para elevar su arte: Hay maestros que pueden enseñarle las técnicas fundamentales y la forma de dar expresión a su sentir interior. La contemplación de las cosas creadas llenará su alma de visiones gloriosas y el estudio asiduo de la Palabra de Dios, la oración y el servicio lo pondrán en comunión con el que creó todas las cosas y vino a este mundo. Estudiando su vida alcanzará niveles de inspiración elevados que no podrían alcanzarse de otra manera.
Una fuente segura:
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”. (Colosenses 2: 8-10).
“. . . para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. (Ibid vers. 2-4).
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