Saber escuchar

Saber escuchar. . . Escuchar con simpatía y compasión.

El que está pasando por un momento de depresión no sabe qué le sucede. Se siente mal. Se ve inútil. Le parece que la vida se le está escurriendo por un grieta. No halla cómo salir de eso.

Su estado no significa que ha pecado, necesariamente. O que viejos sentimientos de culpa lo atormentan. Algo extraño sucede en su cuerpo físico que redunda en debilitamiento de su mente. Una hormiga le parece un elefante. No logra defenderse de ideas fijas y a veces obsesivas.

El simple le dice: ¡Vamos hombre! ya eres grande. Déjate de esas niñerías.

El ignorante lo amonesta: La depresión no existe, es sólo falta de fe o de ganas de trabajar.

Pero el que está sufriendo ese trance sabe que algo malo le ha sucedido que le ha quitado las fuerzas para vivir.

No lo critiques. No lo condenes. No trates de resolverle ningún problema. Sólo escúchalo con corazón amante.

Dale a entender que lo amas. Trata de caminar un poco en sus zapatos. Te lo agradecerá. Te verá como un buen amigo. Y se sentirá mejor.