VOLVÍ A JESÚS

Volví, pues volviendo, creo, en la vida se resuelven los arcanos,

Detrás de nubarrones insondables, sólo es firme el asidero de su mano.

 

Volví, pues su voz es garantía, al no saber de cambios ni reproches,

Su cálido mirar mis pasos guía, ante el gélido manto de la noche.

 

Algunos por falso lo tuvieron, otros, sin piedad lo criticaron,

Aunque muchos un día se mofaron, me alcanzó, su amor, crucificado.

 

Resucitó, con gloria inmaculada, ascendió hasta los mismos cielos

Repiquetea su promesa amada, “¡Volveré otra vez, porque te quiero!”

 

En el Santuario celeste Él intercede, ofreciendo con amor su propia sangre

Para cubrir el pecado más infame, que con tristeza mi boca confesare.

 

Vuelvo a sentir el suave arrullo, de la humildad que infunde su mirada,

Los vítores del mundo y su orgullo, sin Él son huecos, sin Él son nada.

 

Vuelvo, día a día hasta la fuente, donde puedo renovar las energías,

Vuelvo, a pedirle que regrese, que perciba su venida cada día.

 

Hermano, si tú vuelves, habrá gozo, tu caso amerita sus momentos,

Sus palabras como canto melodioso, te darán quietud, y reposo inmenso.

 

Deseo sientas el amor, señal grabada,

En sus manos, sus pies y su mirada.

Cuando sufras vacío o mucha pena,

Y el maligno te diga, que no vales nada,

Vuelve a mirar a la Ternura plena,

Y sentirás la paz que cubre el alma.

 

Enrique Albrecht