EL ESTUDIO BÍBLICO EXPOSITIVO

(Este artículo ha sido publicado en este blog el 18 de febrero de 2010 por Carlos Perrone y revisado por el autor el 6 de Junio de 2014.)

En los últimos años de mi carrera pastoral, me puse a pensar en la manera como había venido dando los estudios bíblicos por tanto tiempo. Por muchos años usé la guía de “La Fe de Jesús,” añadiendo comentarios adicionales donde lo creía necesario. Instruí a decenas de personas para el bautismo usando este método y enseñé a los miembros de mis iglesias a hacer lo mismo.

Pero con el tiempo llegué a preguntarme si acaso este era el mejor método. ¿Estaban mis interesados aprendiendo realmente las Escrituras? ¿O sólo quedaban abrumados con una mezcolanza de versículos traídos de aquí y de allá y sin una comprensión clara de su contexto? Por otra parte, cómo podemos nosotros –los instructores– citar con autoridad pasajes sueltos de las Escrituras sin detallar el momento y los motivos por los cuales fueron escritos? Esta manera de enseñar es buena si se la usa legítimamente. Pero puede ser un instrumento de la herejía al relacionar entre sí pasajes tomados fuera de su contexto y dándoles un sentido diferente del que tienen en la Escritura.

Por otra parte, el buscar en la Biblia muchos pasajes bíblicos es una tarea penosa para los que no conocen todavía las Sagradas Escrituras.

Pensando de esta manera comencé a reducir el número de textos de mis estudios bíblicos hasta usar de un solo texto por estudio. Por ejemplo: Mi primer estudio vino a ser: “El Mensaje Central de la Biblia.” Usaba textos escogidos de los tres primeros capítulos del Génesis: La Creación, la Caída y la Promesa de Redención. Debidamente ilustrado y dramatizado, el relato resultaba siempre interesante, apasionante. Los interesados me escuchaban con la boca abierta. Luego les decía que ese era el tema central de la Biblia, que todo lo que venía a continuación en el Sagrado Libro sería un desarrollo de ese gran tema. ¿Tendrían ellos interés en proseguir el estudio? La respuesta era generalmente un sí entusiasta.

Para repasar lo estudiado, ellos no necesitaban guardar apuntes con largas listas de referencias bíblicas, sino simplemente volver a leer los tres primeros capítulos del Génesis. Allí mismo estaba todo el estudio bíblico.

En mis dos últimos años de ministerio, fui pastor de una congregación de habla inglesa en la ciudad de Ottawa, capital de Canadá. Esa congregación estaba constituida mayormente por personas de color, muchos de ellos caribeños y, entre ellos, había no pocos africanos. Me tocó instruir a un caballero bondadoso, culto y refinado, que era tesorero de la Embajada de Zambia en Canadá. Su esposa y su hija eran creyentes bautizadas. El no había tomado su decisión todavía, pero gustaba de asistir a la iglesia cada sábado junto con su esposa y su hija.

Cuando llegó el momento de estudiar el tema del bautismo, no recorrí una lista de versículos para demostrar que el bautismo de los bebés no es válido ni para hacer claro que debe ser por inmersión. Sencillamente le relaté la historia de Felipe y el Eunuco Etíope. Aquel relato conmovió a aquel hombre de corazón sensible. En la visita siguiente me dijo con profunda emoción: “Sentí que la voz de Dios me habló en el estudio de la semana pasada, yo me vi como el etíope que subió a Israel a adorar, y a usted lo vi como a Felipe, que se llegó hasta el etíope para darle la verdad. Yo también quiero bautizarme como aquel africano etíope del relato.” La verdad del bautismo, presentada en el contexto de una historia que tocó su corazón y lo hizo sentirse identificado, obró el milagro de su decisión final por Cristo. No fue necesario entrar en más detalles. Era obvio que un bebé no hubiera podido ir en un carro leyendo las Escrituras, ni ponerse a conversar con Felipe, ni tomar una decisión personal. Era obvio, también, que el eunuco “mandó para el carro” y junto con Felipe “descendió al agua”. De otra manera, Felipe lo hubiera bautizado en plena marcha con el agua que el etíope llevaba consigo para beber. Estos detalles menores ya venían en el “paquete” del relato del libro de Los Hechos. El gozo de aquel buen hombre el día de su bautismo y después, es algo muy difícil de describir con Palabras.

Creo que los estudios bíblicos temáticos, como los hemos venido dando desde los orígenes de nuestra iglesia, son buenos, cuando se los da con verdadero conocimiento y absoluta honradez intelectual y espiritual. Yo mismo los sigo usando en cierta medida. Con todo, creo que es bueno también que presente esta otra manera como una alternativa. Es muy posible que tú también descubras que el estudio bíblico expositivo te resulta más eficaz en la presentación de algunas verdades básicas.

Presento a continuación una lista de temas de estudios bíblicos acompañados de textos sugerentes para una presentación expositiva.

1. El Mensaje Central de la Biblia. Creación, Caída y Promesa de Redención. Génesis 1-3.

2. La Naturaleza Humana Después de la Caída y la Obra Redentora de Dios. Efesios 2:1-10.

3. La Condición del Mundo, y el Juicio de Dios. Romanos 1, 2.

4. El Amor del Pastor Divino. Lucas 15:1-10 (Las parábolas de la Oveja Perdida y de la Moneda Perdida).

5. Paciencia y Misericordia de Dios. Lucas 15:11-32 (La parábola del Hijo Pródigo).

6. La Obra de Jesús I. Su venida a este mundo. Lucas 1, 2.

7. La Obra de Jesús II. Su bautismo, su victoria y el comienzo de su ministerio. Mateo 3, 4.

8. La Obra de Jesús III. Su entrega como sacrificio en beneficio nuestro. Lucas 22.

9. La Obra de Jesús IV. Su muerte en la cruz. Lucas 23.

10. La Obra de Jesús V. Su victoria sobre la muerte. Lucas 24.

11. La Obra de Jesús VI. Su intercesión por nosotros en los cielos. Hebreos 4:14-5:10.

12. La Obra de Jesús VII. Su venida en gloria. 1 Tesalonicenses 4:13-18.

13. Señales de la Venida de Jesús. Mateo 24.

14. La Tierra Destruida por Fuego. 2 Pedro 3.

15. La Tierra Nueva. Apocalipsis 21, 22.

16. La Nueva Vida en Cristo. Filipenses 2:1-18.

17. La Obra del Espíritu Santo. Juan 16:1-15.

18. El Espíritu de Generosidad. Hechos 4:32-37.

19. Una Guía Segura. Éxodo 20.

20. El Día Santo de Dios. Éxodo 20:8-11, Deuteronomio 5:12-16.

21. La Unión de los Creyentes. Efesios 4:1-16.

22. La Conducta del Cristiano. Efesios 5.

23. La Resurrección de los Muertos. 1 Corintios 15.

24. Alejados de Prácticas Diabólicas. Deuteronomio 18:9-14.

25. El Sostén del Ministerio. Números 18.

26. El Bautismo Cristiano. Hechos 8:26-40.

27. La Gran Comisión. Mateo 28:16-20.

Estos estudios están planeados para presentar la verdad de manera positiva, sin entrar en controversia con creencias populares. Si el interesado duda o presenta objeciones, será necesario, naturalmente, recurrir a otros pasajes bíblicos que aclaren el punto.

En la medida de lo posible, iré presentando bosquejos sugerentes de estos estudios en los capítulos siguientes a este tema.

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