La grandeza de los pequeños

Mis hermanos, Jesús no buscó a los grandes de Israel, sino a unos humildes pescadores en las orillas del mar de Galilea. Y con ellos hizo hombres que no necesitaban ser “mimados” ni requerían seguimiento. El Espíritu de Dios los movía y los llenaba de Sabiduría.

 

Detrás de esto hay un problema administrativo y un cuidado del pastor por su propio pellejo. Desde que tengo memoria a los pastores se los mueve mucho. Dos años aquí, cuatro años allá, tres años acullá. Los pastorados demasiado cortos unidos a la carrera por cifras de bautismos hace que el pastor que llega nuevo a un distrito, previendo que lo dejen muy poco allí, de entrada bautice todo lo que le quedó al anterior sin bautizar y siga con todo lo que pueda meter rápido en el bautisterio.

No hay tiempo para rescatar a los que ya no vienen, ni para atender a los corderos del rebaño. No hay tiempo para planes de largo alcance. Todo lo que se haga tiene que dar frutos (bautismos) en ese mismo año. ¡Nada de largos períodos de preparación!

Con este procedimiento las iglesias se van secando poco a poco, como una planta a la que le falta riego. Se come de lo que crece de suyo y no se ara la tierra, no se la abona ni se la siembra. La tierra se endurece y se llena de malezas. No es de sorprenderse que iglesias florecientes vayan marchitándose con los años hasta secarse. ¿Cuál es el problema de fondo? El descuido de los pobres, cuitados y humildes. Se los ve como carga y no como ayuda.

 

Querido colega, antes de reaccionar con ira y soltar palabras de las que tengas que retractarte luego, piensa un poco y estudia los métodos de Jesús. Si había alguien que cambiaba de distrito con mucha frecuencia, ese era Jesús. Andaba continuamente de un lugar a otro. Pero él no se apartaba de su método, siempre iba a los humildes con palabras de fe y esperanza. Y los humildes lo seguían en multitudes. No rechazó a Nicodemo ni desoyó el ruego de Jairo. Pero Jesús sabía muy bien que la fuerza de su iglesia estaba entre los humildes. Recuerda que fueron los sabios del templo y del Sanedrín y los poderosos del imperio los que crucificaron al Señor.

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” (Santiago 2:5-7.)

Es verdad, Jesús no pudo reportar un gran número de bautismos, pero ¿cuántos discípulos bautizó Pedro, con un solo sermón diez días después de la ascensión de Jesús?

 

Debemos trabajar también por los sabios y poderosos. ¡Por supuesto! La Inspiración es clara al respecto. Pero en ninguna parte se dice que debemos hacerlo a costa de descuidar a los humildes. No, de ninguna manera. El futuro y la fortaleza de la iglesia no está en algún rico o en algún sabio que se convierta. Esos hombres, ante Dios, son tan pequeños como Don Juan y Doña Rosa. Son bebés en el camino del Señor. Pueden pasar años hasta que su dinero o su sabiduría tenga alguna utilidad para Dios, dependiendo de su capacidad para percibir el mensaje de Cristo y ponerlo en práctica.

 

Permitidme una pregunta: ¿Qué nivel educativo es el más importante en un país? ¿El primario, el secundario o el universitario?

 

Otra pregunta: Si por causa de una terrible crisis económica un país tuviera que eliminar temporariamente uno de los niveles educativos, ¿Cuál eliminaría? ¿El primario, el secundario o el universitario?

 

Si en un país se suprimiera la escuela primaria, ¿podría haber escuela secundaria o universidad pasados unos pocos años?

 

Mis queridos hermanos ¿cuándo aprenderemos a tener fe en los métodos de Jesús y a hacer las cosas como él las hacía. ¿Somos nosotros mayores que él?

 

Descuidar a los corderos del rebaño, equivale a matar la esperanza de la iglesia. Si alguien debe ser atendido con esmero y seguimiento, estos son Don Juan y Doña Rosa. Hacedles ver que son importantes, porque ciertamente lo son. Guiadlos paso a paso a un servicio más amplio. Hacedlos felices. La felicidad de estos hermanos es altamente contagiosa. Toda la iglesia se alegrará y se elevará en espíritu.

 

Y os digo más: Esos campeones que tienen por lo menos un estudio bíblico no necesitarán ser mimados, ni agasajados, ni que se les haga seguimiento alguno. La abundancia de espíritu de la iglesia los motivará más que ninguna otra cosa y a fin de año vendrán trayendo sus gavillas al Señor.

 

Claro está, lo entiendo. El pastor Jesús va a trabajar mucho y no va a tener muchos bautismos, lo van a trasladar pronto. Luego vendrá el pastor Pedro y bautizará por miles. Y unos borricos de junto al camino dirán entre ellos: “¡Oh, qué gran pastor es Pedro, mira cómo gana almas! Verdaderamente, el pobre Jesús era un buen hombre, pero no tenía condiciones para el ministerio.”